Capitulo V
(Exclusivo versión Blog)
Los hombres
(Exclusivo versión Blog)
Los hombres
A pesar de la baja temperatura, la joven sudaba copiosamente, y las lágrimas, coronando como crema sus ojos café, le dificultaban la labor de repasar la planilla por enésima vez. Esperando un milagro, volvió a contar a los pasajeros: veintiocho, veintinueve, treinta... ¡Seguía faltando uno! Se maldijo mil veces por haber tomado ese empleo. Trabajar con ancianos, pasear jubilados; que placer, que labor tan tranquila, había pensado. ¡Que ingenua, que ilusa! Era su segunda semana en la agencia, y ya se le había extraviado una señora. La iban a despedir. Que decía despedir...¡la descuartizarían, la demandarían, iría presa! Sopesó la posibilidad de huir, de irse lejos y dejarle el problema al apático chofer del colectivo. Pensó en su novio, en mandarle algún mensaje desde su lejano escondite. Entre nostálgicas lágrimas, se imaginaba a su familia preocupada por su paradero, a su madre rezándole al Gauchito Gil; cuando escuchó el susurro a sus espaldas.
- Pssst...Hijita. Querida. Si, si, detrás de ti. Ven. – Era Ida, la pasajera faltante. El alma de la coordinadora volvió instantáneamente desde su recógnito exilio, y se tuvo que contener para no estrangular a la anciana, que haciendo gala de la más cruel de las ironías, le sonreía detrás de unos galácticos lentes de sol. Cuando la extravagante señora le dijo que no continuaría el recorrido a las aguas termales para quedarse ahí, en el Centro de esquí, la joven casi se infarta. Después de una hercúlea discusión, la Nona Ida tuvo que llenar y firmar cientos de formas antes de que se le permitiera quedarse. Inclusive fue obligada a telefonear a la agencia para explicar su decisión.
- Peor que en el jardín de infantes-. Pensó Ida cuando una tostada nube tóxica cortó como una katana el cielo impecable, anunciando la partida del colectivo.
Desembarazada de aquellos guías que más bien parecían sus carceleros, la Nona eligió un pintoresco barcito ornado con estilo tirolés, donde, después de repasar varias veces la carta, pidió el café más barato. Comenzó a tomarlo dando sorbitos ínfimos. Tenía toda la tarde por delante para meditar y disfrutar del paisaje, y no estaba en sus planes gastar más dinero en ese lugar. Había permitido que las chicas salieran a disfrutar del día, declarando cual el genial Lupin de Leblanc, que para las diez de la noche tendría resuelto el enigma del hombre. Antes de dejar marchar a las jóvenes, les pidió amablemente una breve descripción de sus respectivos chicos, y eso era lo que tenía pensado repasar, una vez que encontrara sus lentes de aumento, que debían estar perdidos entre los innumerables abrigos. Puestas las gafas, comenzó el reconocimiento de la lista que, redactada por Mercedes bajo la vigilante mirada de las demás, rezaba algo más o menos así:
Milagros esta casada con Nicolás, y por una cuestión de presupuesto, ella se instaló con nosotras, mientras su marido logró pencarse en el departamento de un tío lejano. Nicolás es un chico de contrastes. De baja estatura, su apariencia es más bien de persona tranquila, mostrando un rostro de niño escondido detrás de sendos anteojos, pero su interior es bastante bullicioso. Habla mucho y de cualquier cosa, y jamás lo he visto desestimar comida y mucho menos un trago. Ni hablar de champagne. Aunque a veces se queja, a Milagros la cuida afanosamente. Tiene a su vez, costumbres algo extrañas y es capaz, por ejemplo, de irse solo durante una semana a otra Provincia, para cazar venados de poca asta. Marido devoto, y charlatán empedernido.
Laura se casó con José, el padre de Federica, y después de una breve separación, están actualmente en franca reconciliación. José es tal vez, la única persona de este lado del atlántico capaz de hablar más que Nicolás. Hombre muy teórico y amante de la tecnología, es también muy apegado a prestarse o más bien entregarse a realizar los mandados o las tareas más inverosímiles. Su modo de hacer las cosas, si bien es efectivo, es de lo más complicado, dándose maña siempre para encontrar el camino más largo entre dos puntos. Acá, en el Centro de Esquí, está instalado con la hermana y su familia. Muy bien posicionado económicamente, es amante de hacer regalos caros y faustuosos. Gusta de la buena música, y sobre todo del rock, siendo un gran conocedor del tema. También, como buen mendocino, es un gran bebedor.
Poco se puede decir del chico de Gisela. En realidad, se trata de un joven catalán que conoció en este mismo lugar. Cuando digo joven, me refiero a un chico de unos veinte años. Alto, buen mozo, y acaudalado, no tenemos una idea precisa de con quién está ni adonde para. Tampoco podría especificar si es o no aficionado a tomar champagne o cualquier otra bebida alcohólica, aunque sí lo hemos visto fumando.
Luis es el eterno novio de Vea. Amiguero hasta el límite, esta alojado, o más bien hacinado, en un departamento pequeño con seis chicos más. Es una persona de esas que disfrutan la música, los boliches, y por supuesto, las bebidas. En general no es muy hablador, pero esa cualidad se da vuelta como una media de lana cuando ha ingerido alcohol, momento este en que al petiso le salen palabras hasta de las zapatillas. Salvo cuando esta de fiesta con sus amigos, su carácter es más bien tímido y taciturno, prefiriendo entonces estar solo y pensar en vaya a saber que estupideces.
A Miguel lo conozco desde hace unos meses. Como ya apunté, no lo podría catalogar como novio, ni como ninguna otra cosa. Nos llevamos muy bien, pero a veces nuestras metas y gustos difieren como el asfalto y el rocío. Es amante del deporte, escala, navega en kayak, hace snowboard y realiza todo ese tipo de deportes de los denominados “de riesgo”. Siempre anda corto de efectivo, por lo que ni siquiera esta alojado en el Centro de Esquí propiamente dicho, sino en unas cabañas para instructores emplazadas un par de kilómetros más arriba. Toma alcohol y toma mucho, pero prefiriendo siempre bebidas modestas y baratas. No fuma. Tampoco puede evitar contar una anécdota de montaña cada vez que tiene algún oído cerca.
- Pssst...Hijita. Querida. Si, si, detrás de ti. Ven. – Era Ida, la pasajera faltante. El alma de la coordinadora volvió instantáneamente desde su recógnito exilio, y se tuvo que contener para no estrangular a la anciana, que haciendo gala de la más cruel de las ironías, le sonreía detrás de unos galácticos lentes de sol. Cuando la extravagante señora le dijo que no continuaría el recorrido a las aguas termales para quedarse ahí, en el Centro de esquí, la joven casi se infarta. Después de una hercúlea discusión, la Nona Ida tuvo que llenar y firmar cientos de formas antes de que se le permitiera quedarse. Inclusive fue obligada a telefonear a la agencia para explicar su decisión.
- Peor que en el jardín de infantes-. Pensó Ida cuando una tostada nube tóxica cortó como una katana el cielo impecable, anunciando la partida del colectivo.
Desembarazada de aquellos guías que más bien parecían sus carceleros, la Nona eligió un pintoresco barcito ornado con estilo tirolés, donde, después de repasar varias veces la carta, pidió el café más barato. Comenzó a tomarlo dando sorbitos ínfimos. Tenía toda la tarde por delante para meditar y disfrutar del paisaje, y no estaba en sus planes gastar más dinero en ese lugar. Había permitido que las chicas salieran a disfrutar del día, declarando cual el genial Lupin de Leblanc, que para las diez de la noche tendría resuelto el enigma del hombre. Antes de dejar marchar a las jóvenes, les pidió amablemente una breve descripción de sus respectivos chicos, y eso era lo que tenía pensado repasar, una vez que encontrara sus lentes de aumento, que debían estar perdidos entre los innumerables abrigos. Puestas las gafas, comenzó el reconocimiento de la lista que, redactada por Mercedes bajo la vigilante mirada de las demás, rezaba algo más o menos así:
Milagros esta casada con Nicolás, y por una cuestión de presupuesto, ella se instaló con nosotras, mientras su marido logró pencarse en el departamento de un tío lejano. Nicolás es un chico de contrastes. De baja estatura, su apariencia es más bien de persona tranquila, mostrando un rostro de niño escondido detrás de sendos anteojos, pero su interior es bastante bullicioso. Habla mucho y de cualquier cosa, y jamás lo he visto desestimar comida y mucho menos un trago. Ni hablar de champagne. Aunque a veces se queja, a Milagros la cuida afanosamente. Tiene a su vez, costumbres algo extrañas y es capaz, por ejemplo, de irse solo durante una semana a otra Provincia, para cazar venados de poca asta. Marido devoto, y charlatán empedernido.
Laura se casó con José, el padre de Federica, y después de una breve separación, están actualmente en franca reconciliación. José es tal vez, la única persona de este lado del atlántico capaz de hablar más que Nicolás. Hombre muy teórico y amante de la tecnología, es también muy apegado a prestarse o más bien entregarse a realizar los mandados o las tareas más inverosímiles. Su modo de hacer las cosas, si bien es efectivo, es de lo más complicado, dándose maña siempre para encontrar el camino más largo entre dos puntos. Acá, en el Centro de Esquí, está instalado con la hermana y su familia. Muy bien posicionado económicamente, es amante de hacer regalos caros y faustuosos. Gusta de la buena música, y sobre todo del rock, siendo un gran conocedor del tema. También, como buen mendocino, es un gran bebedor.
Poco se puede decir del chico de Gisela. En realidad, se trata de un joven catalán que conoció en este mismo lugar. Cuando digo joven, me refiero a un chico de unos veinte años. Alto, buen mozo, y acaudalado, no tenemos una idea precisa de con quién está ni adonde para. Tampoco podría especificar si es o no aficionado a tomar champagne o cualquier otra bebida alcohólica, aunque sí lo hemos visto fumando.
Luis es el eterno novio de Vea. Amiguero hasta el límite, esta alojado, o más bien hacinado, en un departamento pequeño con seis chicos más. Es una persona de esas que disfrutan la música, los boliches, y por supuesto, las bebidas. En general no es muy hablador, pero esa cualidad se da vuelta como una media de lana cuando ha ingerido alcohol, momento este en que al petiso le salen palabras hasta de las zapatillas. Salvo cuando esta de fiesta con sus amigos, su carácter es más bien tímido y taciturno, prefiriendo entonces estar solo y pensar en vaya a saber que estupideces.
A Miguel lo conozco desde hace unos meses. Como ya apunté, no lo podría catalogar como novio, ni como ninguna otra cosa. Nos llevamos muy bien, pero a veces nuestras metas y gustos difieren como el asfalto y el rocío. Es amante del deporte, escala, navega en kayak, hace snowboard y realiza todo ese tipo de deportes de los denominados “de riesgo”. Siempre anda corto de efectivo, por lo que ni siquiera esta alojado en el Centro de Esquí propiamente dicho, sino en unas cabañas para instructores emplazadas un par de kilómetros más arriba. Toma alcohol y toma mucho, pero prefiriendo siempre bebidas modestas y baratas. No fuma. Tampoco puede evitar contar una anécdota de montaña cada vez que tiene algún oído cerca.
Proximamente, capítulo seis: "Quién permitió entrar al chico fue..."
2 comentarios:
Bo, van todos en malón.
La dirección para mandar las hipótesis a partir de la presentación del próximo capitulo, que lamentablemente será mañana, es: quienmetioaltipo@hotmail.com
sigo enganchada a full... con la historia jejeje.
Lamento la desfortuna de mi homonino, pobre chica!!! Ya va a aprender...
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