Pese a ser angelical, curvilínea, perfecta, la imagen que le devolvía el espejo no la conformaba. De hecho, la tenía harta. - No se cómo lo soportará Thor, pero a mi me gustaría notar algún cambio en mi persona de vez en cuando – pensó la imperecedera princesa al tiempo que arreglaba su exuberante melena azabache. Sin necesidad de cambiarse, se probó distintos atuendos, volviendo, como siempre desde que estaba con la Liga de la Justicia, al clásico conjunto azul y colorado. Se obligó a alejarse del espejo, debía olvidarse de su aspecto por un momento, ya que tenía cosas mucho más importantes en que pensar. Superman la había elegido como uno de los cuatro héroes que participarían en el torneo Interheroes y ella no sabía que hacer. El torneo la tentaba, la tentaba mucho y no sólo por el desafío que significaba luchar contra otros seres tan poderosos, sino también por un motivo mucho más personal: Uno de los posibles integrantes del equipo de la Marvel se le hacía sumamente interesante. Pero por otro lado, estaba el hecho de que, al no estar Superman, ella volvería a ser la líder de la Liga de la Justicia, asunto este que no dejaba de tener su encanto. Ella era una princesa, desde que nació se le inculcó el don de mando, pero cuando, luego de engañar a su madre, logró ser designada para ayudar al resto del mundo en su guerra contra los boches, salió de la Isla Paraíso sin haber reinado jamás. Sabía que ahora era tarde para volver a reclamar su derecho al trono y, además, el gobierno de la Isla era una cosa de niños comparado con el control de una agrupación intergaláctica como lo era la Liga de la Justicia. Todavía se extasiaba recordando su tiempo al frente, cuando Superman se dio por muerto… cuanta responsabilidad, ¡Cuánto poder! Y ahora tenía al alcance de sus manos una nueva temporada de reinado. Pero no tenía idea del tiempo que podría durar el torneo. ¿Y si terminaba en un par de días? Se hubiera perdido el desafío tan sólo por dos penosos días como jefa interina… ¡Malditas decisiones! A veces pensaba que lo peor que había hecho en su vida fue unirse a la Liga de la Justicia. ¿Por qué no permaneció sola? En realidad, la Liga no estaba mal, lo que la desesperaba eran todas esas reglas y jerarquías que el resto de los héroes, con alguna que otra honrosa salvedad, acataban como seres lobotomisados. ¿Por qué tenía que liderar el cándido de Superman, cuando era un secreto a voces que ella era tan poderosa como él? Además, el era sólo un extraterrestre refugiado en la tierra por falta de planeta, y ella una semidiosa. ¿Es que no se daban cuenta los demás de la diferencia de estirpe? Sacudió la cabeza violentamente, otra vez se había ido del tema. Superman la había llamado para ultimar la estrategia que usaría su equipo el domingo y tenía que decidirse inmediatamente.
Dos minutos de reflexión y ya había tomado una decisión. Aunque posiblemente, no fuera su mente, sino su cuerpo quién tuvo la última palabra. Iría al torneo. La chance de ser líder no le tentaba tanto como la posibilidad de estar a solas, aunque sea en combate, con aquel miembro de la Marvel. Su vida, su pertenencia a la Liga y la diferencia de sus enemigos siempre la habían alejado de los héroes de la otra facción, pero el torneo le daría la posibilidad y la excusa para compartir un mismo espacio físico. Quizá tendrían la oportunidad de mantener un diálogo extenso. Sintió que su cuerpo comenzaba a tensarse y sus hormonas se alborotaban, cuando pensó que hasta podría sentir su cuerpo contra el suyo, su corazón agitándose contra su pecho, su aliento en su rostro. Que ser tan perfecto, poderoso y al mismo tiempo tan dulce… ¡Como lo deseaba! Desde que se enteró de su problema, tuvo certeza de que ella, Diana, era la indicada para estar a su lado, que ella, una semidiosa, perennemente joven no resultaría afectada por su maldición y que era la única capaz de darle amor. Si, estaba decidido, iría al torneo y… ¡Pobre de Reed Richards si no llevaba a la deliciosa Titania!
La repercusión que tuvo su editorial le sorprendió. No era que él no tuviera alta su estima, al contrario, se creía un periodista más que capacitado, por lo menos, el mejor de su Provincia. Pero jamás creyó que aquella nota sobre el Desafío Interheroes fuera a recorrer el mundo, apareciendo en cientos de diarios y en otras tantas páginas de internet, traducida a varios idiomas. Después de todo, la nota no era tan buena y él escribía en un periódico mediocre de un país tercermundista. Todo fue una cuestión de suerte, por lo visto, la nota le había agradado al sujeto indicado - fuera quién fuera y estuviera donde estuviera -, en el momento indicado. Tenía que reconocer que esto de la globalización, que tantas veces había criticado, culpándolo de ser una de las más poderosas armas imperialistas del país del norte, tenía sus ventajas. Carlos había publicado su artículo un día lunes y ya el miércoles, su agenda estaba llena de citas en programas de radio y televisión, conferencias internacionales y hasta fue invitado para almorzar el viernes con esa reliquia de la televisión, la Señora de los almuerzos. Su repentino éxito sobrepasaba sus sueños más descabellados, aunque la velocidad con que se fueron dando las cosas, no le dejó un segundo para paladear su súbita fama, así que muy entrada la noche y ya en su pequeño departamento del centro, decidió sentarse a disfrutar un poco de ser una celebridad. Se desprendió la camisa y, despanzurrándose en el sillón, whisky y cigarrillo en mano, encendió la televisión. No lo sorprendió que, con sólo apretar dos veces el botón de los canales de su control remoto, se topara con algo relacionado con su artículo. En la edición nocturna de un noticiero capitalino estaban repitiendo por enésima vez un extracto de su nota. Bebió extasiado el primer sorbo de su whisky nacional mientras oía un informe que ya conocía de memoria:
- En el día de ayer transcendieron los nombres de los doce superhéroes que se enfrentarán en el Desafío Interheroes – la forma en la que aquel locutor leía su editorial, hacía que Carlos tuviera la extraña sensación de estar oyendo esas palabras por primera vez -. El análisis de la lista de los doce, escribe Carlos Vuelabajo, - agregó la entrenada voz y Carlos se respingó en su asiento al oír su nombre de boca de ese famoso periodista porteño -, se presta para la reflexión en muchos aspectos. Es alarmante, por ejemplo, el hecho de que, de los doce que representan a los sujetos más poderosos de la tierra, sólo un cincuenta por ciento de ellos sean humanos propiamente dichos. ¿Significa esto que los destinos del planeta tierra, su defensa y subsistencia tienen que depender de extranjeros, de huéspedes alienígenas? Porque, en efecto, tres de los cuatro representantes de oriente son extraterrestres: Goku y Vegeta, ambos oriundos del desaparecido planeta Vegeta y el líder, el Señor Piccoro Dai Maku, nacido en el también extinto Namek. Porque si, mis amigos, este extraño personaje verde, que se hace llamar Mayunia, no es otro que el temible Piccoro Dai Maku – o su hijo según fuentes con las que este reportero discrepa- , el mismo que estuvo a punto hacerse con el dominio de la tierra hace algunos años. El cuarto integrante de este equipo, Gohan, si bien es oriundo de nuestro planeta, tiene sangre mixta, siendo su madre terrícola y su padre el mencionado Goku. Los elegidos occidentales no se quedan atrás en esta manía extranjera, cuando el líder de los DC, Superman, nació en Kriptón – otro plantea que ha dejado de existir hace muchos años -. Por su parte, Hal Jordan, Linterna Verde, si bien es terrícola, recibió sus poderes – y según se dice, también órdenes -, de un organismo extraterrestre, mientras que La Mujer Maravilla ha sido engendrada en nuestro planeta, aunque no en la forma en que nosotros solemos tener a nuestros hijos, sino de un modo que poco tiene de humano, ya que comenzó a existir cuando una Diosa – Afrodita -, dio vida a una figura de arcilla forjada por la reina de las Amazonas. Sólo el equipo de la Marvel está integrado en su totalidad por humanos, mutantes, afectados por fenómenos químicos y/o rayos cósmicos, pero humanos al fin. Se impone entonces la pregunta: ¿Somos los humanos unos alfeñiques, insuficientes para defendernos por nosotros mismos? ¿Está el hombre destinado a ser siempre dependiente de seres más poderosos para seguir un camino recto? Este reportero siente una desagradable sensación cada vez que piensa que su destino pende de los designios de una mente desconocida e impredecible, como lo es la extraterrestre. ¿Quién sabe que misteriosas motivaciones llevan a estos poderosos alienígenas a luchar para defender nuestro agonizante planeta?
Pero no todo lo que se deduce de los seleccionados habla en contra de nuestra raza. Observen como la totalidad de los extraterrestres participantes son apátridas, huérfanos de planeta que se han acogido a la hospitalidad terrícola. Kripton, el planeta de Superman se destruyó por causas naturales hace muchos años, mientras que Namek y Vegeta fueron destruidos por otro alienígena, conocido como Freezer, quién fue asesinado posteriormente por el hijo de Vegeta, Trunks, niño este mitad humano, quién, pese a su poder, no fue elegido para integrar el equipo oriental. Quizá sea nuestra naturaleza sociable y hospitalaria la que lleva a estos seres a sacrificarse en nuestra defensa, aunque este reportero tiene serias dudas al respecto. Tal vez, al contrario, sea la presencia de estos alienígenas en nuestro planeta, la fuente principal de nuestros problemas. No se debe olvidar en este orden que muchos de los atentados a la tierra, como el Torneo de Cell, fueron ocasionados nada más y nada menos que por la estancia aquí de estos “sacrificados” extraterrestres. Pero el análisis profundo de las causas y consecuencias de la estadía de estos huéspedes en nuestro planeta, es una materia larga y escabrosa, cuyo abordaje atentaría contra la brevedad de este artículo, impidiéndome desarrollar otro tema que, por actual, se impone. Esto es, ni más ni menos, que el terrible gasto que significó para las naciones de la tierra la organización de este desafío. Como todos se imaginarán, el Desafío Interhéroes no es una pelea normal y corriente. Es lógico que no podría llevarse a cabo en el Luna Park o el Madison Square Garden, toda vez que los participantes no sólo vuelan o se desplazan a velocidades supersónicas, necesitando entonces un enorme espacio para desarrollar sus facultades por completo, sino que la magnitud de sus poderes es tal, que el mismo planeta tierra corre peligro de ser destruido si alguno de ellos falla en un golpe o una descarga de energía. Es que, claro, estamos hablando de seres capaces de destrozar planetas enteros fácilmente, y si no, recordemos los oscuros años en que nos vimos privados de nuestro único satélite natural, la luna, cuando fue literalmente barrida del cielo por el mentor de Goku, el retirado Maestro Roshi o Kame Sen'nin, como se le conoce en oriente. Por esta razón es que se decidió ambientar un planeta desierto para efectuar allí el desafío. Esto presentó dificultades desde el principio, momento en que se debió afectar a cientos de científicos, que podrían haber estado buscando la cura contra el cáncer, para encontrar un planeta cuya eventual desaparición no afectara el equilibrio gravitatorio del sistema solar y que, al mismo tiempo, cuente con las condiciones de gravedad, solidez y tamaño idóneas para realizar en él el desafío. Una vez que se hizo una lista de posibles cuerpos celestes, se procedió a la elección definitiva del mismo, teniendo en cuenta su cercanía con la tierra y las posibilidades de hacer respirable su atmósfera. Porque no debemos olvidar que no todos los competidores del desafío pueden viajar por el espacio por sus propios medios ni respirar otra cosa que nuestro conocido oxígeno. Como se imaginarán, esta empresa titánica, de dimensiones bíblicas, se tradujo en gastos siderales, superiores a la sumatoria del presupuesto anual de la mayoría de los países del globo. Ustedes se preguntarán cómo se llegó a recolectar una cantidad de dinero tal. La mecánica fue la siguiente: Todas y cada una de las naciones mundiales destinó parte de su presupuesto, para ser exactos, el 12% del mismo, a la empresa. En teoría, la recaudación del desafío será más que suficiente como para devolver este dinero, si tenemos en cuenta que más de 750 cadenas de televisión lo transmitirán en directo, pagando por esos derechos cifras astronómicas, del mismo modo que fuentes fidedignas hablan de la enorme erogación que hizo Microsoft para transmitirlo mundialmente por internet, al mismo tiempo que se espera una participación masiva del sector privado en materia de publicidad. Esto sin contar el impresionante merchandising, cosa que a nadie puede haber escapado: hasta el más despistado habrá notado como los comercios de todo el globo están ya inundados con cientos de miles de productos, que van desde muñecos de acción hasta automóviles, relacionados con este evento. Pero, por supuesto, el dinero destinado por las diferentes naciones resultó insuficiente, razón por la cual, varias empresas privadas participaron en los preparativos, destinando a ello cuantiosos recursos y montos descomunales de dinero. Entre ellas, tres destacan por lo monstruoso de su inversión y lo jugado de su participación, estás son: Corporación Cápsula, Industrias Stark y Empresas Díaz. En cuanto a la primera de ellas, la cual no sólo puso a disposición de la organización la mano de obra y las brillantes mentes de sus técnicos, sino además proveyó la totalidad de las naves que llevaran a obreros, personal civil y héroes al planeta en cuestión, el motivo de su inversión es entendible, cuando la hija del director y principal accionista y única heredera de la Corporación, la femme fatal Bulma, está casada con Vegeta, uno de los participantes del Desafío. Pero en lo que respecta a Empresas Díaz e Industrias Stark, este cronista se pregunta ¿Por qué una empresa polirubros, aunque orientada más al desarrollo arquitectónico y de transportes – casi la totalidad del transporte público de Ciudad Gótica y los impresionantes trenes que surcan sus cielos fueron construidas por ella – y otra que siempre se dedicó a la fabricación de armas arriesgan tanto capital, tiempo e insumos en un proyecto tan alocado? ¿Existe algo detrás de este curioso desafío que los mortales comunes y corrientes desconocemos? Esta pregunta aún no puede ser contestada, pero permítanme desconfiar cuando leo todos esos anuncios que dicen que ninguna empresa busca lucrar con este Desafío y que, una vez restituidos las inversiones a las naciones y empresas participantes – exclusivamente lo invertido y sus intereses, ni un centavo más-, la recaudación restante se donará a la UNICEF para combatir la mortandad infantil en los países tercer mundistas. A decir verdad, este Desafío Interhéroes, resulta más bien un desafío a la inteligencia y este reportero, desde su humilde escritorio, no puede más que preguntarle a los gobiernos del mundo y a las grandes empresas multinacionales ¿Por qué no dedican sus esfuerzos a buscar la paz mundial o saciar la hambruna que acosa a nuestros semejantes de países no desarrollados, en vez mover cielo y tierra en un asunto tan banal como ver pegarse trompadas a un atojo de encapuchados y extraterrestres?
Dicho esto, el locutor negó dramáticamente con su cabeza, y comenzó una disertación propia, haciéndose eco de la opinión del reportero, al tiempo que Carlos apuraba lo que le quedaba de Whisky. Antes de que el locutor llegara a la parte más emotiva de su reflexión, Carlos apagó el televisor, recostando su cabeza en el sillón, mientras pensaba que en realidad, a él poco le interesaba la paz mundial ni el hambre en Africa, en tanto y en cuanto pudiera seguir cobrando lo que cobraba para repetir sus reproches y reflexiones detrás de cuanto micrófono se le pusiera enfrente.
viernes, 2 de mayo de 2008
viernes, 25 de abril de 2008
EL DESAFIO -Parte dos-
Si siempre había una carga importante de adrenalina en el ambiente, cuando Superman llegó, el Palacio de la Justicia estaba por derrumbarse, tal era la tensión contenida entre sus paredes marmoladas. Pudo sentir las miradas agudas que se clavaban en su resistente cuerpo mientras caminaba silente hacía el atril desde donde se dirigían las discusiones y tertulias. Gracias a su supervista, Clark pudo observar a Bruno Diaz, ya vestido como Batman, quién, a un lado del atrio, revisaba distraídamente su cinturón, como si todo el asunto del desafío Interheroes que él mismo había fabricado, no le interesara en absoluto. Ya en el atrio, y una vez que se dio fuerza usando su vista de rayos X para ver desnudo a su público– siempre había sentido algo de timidez cuando hablaba frente a muchas personas –, Clark comenzó su discurso:
- Mis apreciados y valientes compañeros de la Liga de la Justicia, como ustedes saben, en esta oportunidad se nos presenta un nuevo desafío y espero que lo enfrentemos con la entereza y dig….- Muchos de los presentes lograron ver los movimientos supersónicos con los que Flash arrebató el discurso de las manos de Superman, aunque Batman no fue uno de ellos. Sus ojos, comunes como los de cualquier otro ser humano, ya no eran los mismos después de años de ser forzados y maltratados cuando Bruno luchaba y se movía en la oscuridad, llegando hasta a leer en las penumbras de la Baticueva. De todas maneras, actuó rápidamente y, usando un truco, logró quitar el papel de las manos de flash antes de que este pudiera decir nada. Entonces se posicionó de cara a la concurrencia y, en su tono siempre lacónico, leyó:
- Los elegidos para participar en el torneo son: Superman, la Mujer Maravilla, Linterna Verde y… - los presentes permanecían en vilo, atentísimos al nombre faltante – Batman-. En un segundo, la gran sala se revolucionó, y mientras algunos palmeaban la espalda y vitoreaban a los elegidos, otros tantos se lanzaban contra el azorado Superman para reclamarle por no haber sido escogidos. Bruno se desembarazó rápidamente de Acuaman, quién intentaba abrazarlo sin percatarse del asco que producía el intenso hedor a mercado de puerto que despedida, bajando disimuladamente al garage, donde lo esperaba su batimovil. El no era de sonreír muy seguido, pero en ese momento, mientras destruía la lista de Clark donde no figuraba su nombre, sus labios dibujaban una pronunciada curva ascendente. Quería salir de allí antes de que Superman tuviera tiempo a reaccionar, pero no tuvo en cuenta la supervelocidad de su par, quién lo alcanzó antes de que pudiera arrancar su vehículo.
- ¿Qué fue eso, Batman? Tú no estabas en la lista. – dijo ásperamente el Líder de la Liga.
- Yo debía estar en esa lista, Clark – el aludido abrió sus ojos desmesuradamente, echando veloces miradas alrededor, alarmado al oír que se dirigían a su persona usando su nombre de incógnito cuando no portaba gafas -. Sólo rectifiqué lo que seguramente fue un error de impresión.
- No es así Batman. Yo no te elegí. Sabías muy bien que no iba a descubrir tu mentira frente a los demás, sería una vergüenza para todos que uno de los miembros de la Liga de la Justicia mintiera. Pero tu no estás en la lista, porque considero que otra persona podrá ayudar más que tu a ganar el torneo.
- Tal parece, Clark, que no has leído con atención el reglamento para la elección. Te recuerdo que deberán elegirse los miembros más famosos de cada grupo de héroes.
- Ese es sólo uno de los requisitos, y además, estoy seguro de que grande es la fama de…
- ¿Más famoso que yo? Lo dudo, Clark. Bien sabes que soy el único héroe de una de las Ciudades más populosas del globo- para Bruno, Robin y Batichica no podían llevarse a la categoría de héroes. Mucho menos la ambigua Gatúbela -. La gente me ama y respeta. Dos de cada tres noches la luna se adorna con mi batiseñal, pero si te queda alguna duda sobre mi popularidad, creo que Empresas Díaz bien puede destinar un par de millones a publicitar al hombre murciélago, sólo tengo que hacer una llamada – respondió Bruno, haciendo ademán de marcar un número en su teléfono celular.
- Pero Batman… ¿Cómo es posible que no entiendas? Lucharemos contra seres ultra poderosos, su fuerza es demasiada, tal vez sean aún más poderosos que yo, debes entender, tú eres un humano…
- Ven aquí, Clark, acércate – dijo Bruno, su voz se había apaciguado, parecía estar empezando a comprender. Superman se adelantó unos pasos, y, al llegar al lado de Diaz, comenzó a sentirse débil, los ojos llorosos, la cabeza a punto de estallar. Tuvo que apoyarse en el hombro de Bruno para no caer al suelo. Batman le dio un coscorrón en la cabeza, al tiempo que dejaba ver la diminuta piedra verde que escondía en uno de los compartimientos de su cinturón.
- Kriptonita, mi amigo – soltó con tono paternal -. Estas piedritas son muy fáciles de conseguir últimamente, casi tanto como un cigarrillo de marihuana en los callejones de Ciudad Gótica-. Superman, transpirando y a punto de perder el conocimiento, logró elevar su vista, los claros ojos inyectados en sangre, suplicantes. Bruno prosiguió:
- No siempre se trata de fuerza, como verás. Todos tenemos nuestro punto débil. Yo soy el más idóneo para participar en el torneo, y te desafío a que digas lo contrario, - dijo, mientras dejaba caer al suelo un grueso fajo de papeles que acababa de sacar de la guantera del batimovil.
Recién cuando el poderoso rugido del motor se perdía calle abajo, Superman logró incorporarse. La cabeza todavía le dolía y sentía calambres en todos sus miembros. Tambaleante, recogió los papeles que Bruno había dejado caer y leyó la primer página: “Contrincantes: Poderes y debilidades”, rezaba el encabezado.
Si bien el invierno aún no alcanzaba su plenitud, aquella noche era muy fría; durante toda la tarde la garúa atormentó inquisitorialmente a los estudiantes y, en ese momento, la escarcha que se había formado en las paredes le molestaba al trepar. De todos modos, logró deslizarse hasta un tragaluz y entrar al laboratorio sin ser visto. La seguridad en la Universidad no era muy minuciosa, pero aún disfrazado, Peter Parker se cuidaba más que de costumbre de pasar desapercibido. Lógico, ya que si se llegaba a descubrir a Spiderman robando, Jameson se haría un festín con su persona. Una vez adentro, Peter se encaminó al armario donde sabía que el doctor Conners guardaba los ingredientes que necesitaba, tomándolos para huir rápidamente. Mientras se balanceaba ágil, armónicamente, entre los edificios, dejaba que el viento penetrara por las costuras del traje cocido a mano, en un vano intento por purificar su mente. Odiaba tener que robar, y por eso prefería pensar en aquellos “préstamos” al laboratorio de la Universidad – que se hacían peligrosamente más y más asiduos a medida que aumentaba el precio de las materias primas -, como en recompensas por las cientos de veces que él, como Spiderman, claro, había ayudado a Conners a zafar de los deslices que cometía cuando mutaba en el Lagarto. Al menos en esta oportunidad, el tener que tomar “prestados” los ingredientes para preparar sus telarañas artificiales, le producía un poco menos de vergüenza. El jamás pidió que lo llevaran a esa estupidez del Desafío Interheroes, no le interesaba y además, tenía mucho que hacer en la Ciudad. Jameson le debía la paga de varios trabajos y ya no sabía como hacer para mantener su humilde cuartito de pensión. Pese a ser tan ágil, cada vez se le hacía más difícil gambetear la pobreza en la que vivía, tanto que llegó a pensar en pedir una paga por participar en el torneo… o por lo menos los viáticos. El no tenía por qué pagar sus insumos para hacer algo que no le interesaba en absoluto. Y que no le vinieran con discursos de dignidad y gloria: El honor de los héroes de Marvel se lo podía meter el Señor Fantástico ya sabía adonde… Según lo que le habían dicho, el desafío terminaba cuando sólo uno de los equipos quedaba en pie y, teniendo en cuenta los poderes de los participantes, eso podía llevar mucho tiempo, tiempo en el que él, Parker, no estaría trabajando y por tanto, acumulando todavía más deudas.
Si alguno de los dos hombres hubiera estado mirando por la ventana en ese momento, se habría visto sorprendido por el paso fugaz de una sombra que a duras penas lograba seguir el paso al pensativo arácnido que la generaba. Pero quienes conversaban en ese pequeño y sombrío cuarto de los suburbios de Nueva York, no tenían tiempo ni deseos de asomarse a contemplar el paisaje.
- Lo que me pides es una locura Reed. No voy a hacerlo. ¡No puedo hacerlo! -. El rostro del profesor Banner lucía tan demacrado como de costumbre.
- Profesor, no estaría aquí si no tuviera la seguridad de que usted es el indicado-. La voz de Reed Richards, el Señor Fantástico, sonaba cansada. No era para menos, cuando se estaba enfrentando a la enésima discusión del día.
- Debes entender Reed, la bestia es incontrolable, sólo trae problemas. Además… además, no creo poder soportar ser Hulk una vez más.
- Pero profesor, tengo entendido que usted ha logrado controlar a su…- Richards tuvo problemas en encontrar la palabra adecuada -, su otro yo.
- ¿Cómo? ¿Mi otro yo? La bestia tiene vida propia Richards. Es él quién me controla, yo no… no puedo. ¿Cómo puedes venir a pedirme que sea la bestia? ¿Es que quieres destrucción y muerte?
- Profesor, entiéndame, debo realizar la tarea que se me encomendó de la mejor manera posible. Usted tiene que hacerse cargo del honor que significa haber sido escogido entre tantos héroes tan capacitados. Lo necesitamos profesor, necesitamos de su gran poder.
- ¡No me necesitan a mi! Creen necesitar a Hulk, pero él no los ayudará, es un bárbaro, un ser infernal.
- Se que usted… o Hulk, ha realizado grandes proezas, ha vencido a seres malévolos y poderosos. Piense en la gloria que lograríamos si ganamos el desafío.
- ¿Gloria dices? A ver si puedes entenderme Reed, intentaré describirte lo que pasa cuando cambio. ¿Alguna vez has bebido? Tomado alcohol hasta quedar ebrio como una cuba.
- No profesor ¿Cómo se le ocurre? Yo soy el Señor Fantástico, un icono mundial del comportamiento ejemplar…
- Vamos Reed, sé que has tenido tus noches, esas canas prematuras no crecen por tomar yogurt…
- Reconozco que alguna que otra noche me excedí con los tragos, bueno, es que cuando salimos con Ben… ¡El tiene hígado de piedra literalmente hablando!
- Te habrás levantado a la mañana siguiente con resaca, sin recordar bien lo que hiciste la noche anterior.
- ¡Y cómo! Je, recuerdo una vez que estaba tan borracho que utilicé mis poderes para alargar los brazos y palpar el trasero a las damas en un bar. Al otro día ni siquiera recordaba lo que hice, tan sólo tenía algunas lagunas, de hecho, Ben me contó todo. Si Susan se enterara…
- Entendiste el concepto Reed – el profesor Banner tuvo que morderse el labio superior para contestar educadamente, Richards era todavía más mojigato de lo que creía -, ahora imagina que te levantas al otro día medio desnudo, con la cabeza y el cuerpo terriblemente adoloridos y con lagunas mentales. Pero en vez de recordar vagamente haber tocado el trasero a una mujer, tienes la imagen de haber dejado media ciudad en llamas mientras destruías un regimiento entero del ejército…
La sala quedó en silencio unos minutos. Richards había entendido el concepto y conocía la peligrosidad de Hulk. De hecho, contaba con su inestabilidad, ya que tenía en mente ser él y sólo él, quién venciera el desafío. Tenía la posibilidad de erigir a los 4 Fantásticos como el mejor equipo de héroes del mundo y no pensaba dejar pasar la oportunidad. No se escapaba a nadie que últimamente, en Nueva York, había surgido una nueva oleada de superhéroes de medio pelo que asustaba. De hecho, la cantidad actual de héroes casi podía compararse a la de abogados, razón por la que no sólo se habían suicidado varios detectives y policías que pasaron de dirigir operativos importantes a controlar el tránsito, sino que, además, a los verdaderos héroes se les hacía cada vez más difícil encontrar un enemigo para derrotar lo suficientemente poderoso - o bizarro - como para justificar una primera plana en el diario. Si bien su principal enemigo estaba a buen resguardo de la competencia en la oscura Latveria, Richards estaba decidido a hacer la diferencia, por lo que optó por usar en ese momento su as bajo la manga. Banner era un buen científico, pero agobiado como estaba por sus transformaciones y teniendo que pasar la vida escondiéndose del ejercito, no tenía tiempo ni recursos para trabajar en la ciencia y así lograr curarse. Reed golpeó adonde dolía cuando soltó:
- Profesor Banner, como usted sabrá, yo cuento con una de las mejores instalaciones tecnológicas de la Ciudad. Quizá del mundo… ¿Qué le parecería que, una vez ganado el desafío, nos dedicáramos a buscar una solución a su problema, usted y yo? Ya casi he terminado la cura para Ben…
Bruce Banner bajó la cabeza, negando en silencio, pero Reed había alcanzado a ver un sugestivo brillo en los apagados ojos del doctor.
- Mis apreciados y valientes compañeros de la Liga de la Justicia, como ustedes saben, en esta oportunidad se nos presenta un nuevo desafío y espero que lo enfrentemos con la entereza y dig….- Muchos de los presentes lograron ver los movimientos supersónicos con los que Flash arrebató el discurso de las manos de Superman, aunque Batman no fue uno de ellos. Sus ojos, comunes como los de cualquier otro ser humano, ya no eran los mismos después de años de ser forzados y maltratados cuando Bruno luchaba y se movía en la oscuridad, llegando hasta a leer en las penumbras de la Baticueva. De todas maneras, actuó rápidamente y, usando un truco, logró quitar el papel de las manos de flash antes de que este pudiera decir nada. Entonces se posicionó de cara a la concurrencia y, en su tono siempre lacónico, leyó:
- Los elegidos para participar en el torneo son: Superman, la Mujer Maravilla, Linterna Verde y… - los presentes permanecían en vilo, atentísimos al nombre faltante – Batman-. En un segundo, la gran sala se revolucionó, y mientras algunos palmeaban la espalda y vitoreaban a los elegidos, otros tantos se lanzaban contra el azorado Superman para reclamarle por no haber sido escogidos. Bruno se desembarazó rápidamente de Acuaman, quién intentaba abrazarlo sin percatarse del asco que producía el intenso hedor a mercado de puerto que despedida, bajando disimuladamente al garage, donde lo esperaba su batimovil. El no era de sonreír muy seguido, pero en ese momento, mientras destruía la lista de Clark donde no figuraba su nombre, sus labios dibujaban una pronunciada curva ascendente. Quería salir de allí antes de que Superman tuviera tiempo a reaccionar, pero no tuvo en cuenta la supervelocidad de su par, quién lo alcanzó antes de que pudiera arrancar su vehículo.
- ¿Qué fue eso, Batman? Tú no estabas en la lista. – dijo ásperamente el Líder de la Liga.
- Yo debía estar en esa lista, Clark – el aludido abrió sus ojos desmesuradamente, echando veloces miradas alrededor, alarmado al oír que se dirigían a su persona usando su nombre de incógnito cuando no portaba gafas -. Sólo rectifiqué lo que seguramente fue un error de impresión.
- No es así Batman. Yo no te elegí. Sabías muy bien que no iba a descubrir tu mentira frente a los demás, sería una vergüenza para todos que uno de los miembros de la Liga de la Justicia mintiera. Pero tu no estás en la lista, porque considero que otra persona podrá ayudar más que tu a ganar el torneo.
- Tal parece, Clark, que no has leído con atención el reglamento para la elección. Te recuerdo que deberán elegirse los miembros más famosos de cada grupo de héroes.
- Ese es sólo uno de los requisitos, y además, estoy seguro de que grande es la fama de…
- ¿Más famoso que yo? Lo dudo, Clark. Bien sabes que soy el único héroe de una de las Ciudades más populosas del globo- para Bruno, Robin y Batichica no podían llevarse a la categoría de héroes. Mucho menos la ambigua Gatúbela -. La gente me ama y respeta. Dos de cada tres noches la luna se adorna con mi batiseñal, pero si te queda alguna duda sobre mi popularidad, creo que Empresas Díaz bien puede destinar un par de millones a publicitar al hombre murciélago, sólo tengo que hacer una llamada – respondió Bruno, haciendo ademán de marcar un número en su teléfono celular.
- Pero Batman… ¿Cómo es posible que no entiendas? Lucharemos contra seres ultra poderosos, su fuerza es demasiada, tal vez sean aún más poderosos que yo, debes entender, tú eres un humano…
- Ven aquí, Clark, acércate – dijo Bruno, su voz se había apaciguado, parecía estar empezando a comprender. Superman se adelantó unos pasos, y, al llegar al lado de Diaz, comenzó a sentirse débil, los ojos llorosos, la cabeza a punto de estallar. Tuvo que apoyarse en el hombro de Bruno para no caer al suelo. Batman le dio un coscorrón en la cabeza, al tiempo que dejaba ver la diminuta piedra verde que escondía en uno de los compartimientos de su cinturón.
- Kriptonita, mi amigo – soltó con tono paternal -. Estas piedritas son muy fáciles de conseguir últimamente, casi tanto como un cigarrillo de marihuana en los callejones de Ciudad Gótica-. Superman, transpirando y a punto de perder el conocimiento, logró elevar su vista, los claros ojos inyectados en sangre, suplicantes. Bruno prosiguió:
- No siempre se trata de fuerza, como verás. Todos tenemos nuestro punto débil. Yo soy el más idóneo para participar en el torneo, y te desafío a que digas lo contrario, - dijo, mientras dejaba caer al suelo un grueso fajo de papeles que acababa de sacar de la guantera del batimovil.
Recién cuando el poderoso rugido del motor se perdía calle abajo, Superman logró incorporarse. La cabeza todavía le dolía y sentía calambres en todos sus miembros. Tambaleante, recogió los papeles que Bruno había dejado caer y leyó la primer página: “Contrincantes: Poderes y debilidades”, rezaba el encabezado.
Si bien el invierno aún no alcanzaba su plenitud, aquella noche era muy fría; durante toda la tarde la garúa atormentó inquisitorialmente a los estudiantes y, en ese momento, la escarcha que se había formado en las paredes le molestaba al trepar. De todos modos, logró deslizarse hasta un tragaluz y entrar al laboratorio sin ser visto. La seguridad en la Universidad no era muy minuciosa, pero aún disfrazado, Peter Parker se cuidaba más que de costumbre de pasar desapercibido. Lógico, ya que si se llegaba a descubrir a Spiderman robando, Jameson se haría un festín con su persona. Una vez adentro, Peter se encaminó al armario donde sabía que el doctor Conners guardaba los ingredientes que necesitaba, tomándolos para huir rápidamente. Mientras se balanceaba ágil, armónicamente, entre los edificios, dejaba que el viento penetrara por las costuras del traje cocido a mano, en un vano intento por purificar su mente. Odiaba tener que robar, y por eso prefería pensar en aquellos “préstamos” al laboratorio de la Universidad – que se hacían peligrosamente más y más asiduos a medida que aumentaba el precio de las materias primas -, como en recompensas por las cientos de veces que él, como Spiderman, claro, había ayudado a Conners a zafar de los deslices que cometía cuando mutaba en el Lagarto. Al menos en esta oportunidad, el tener que tomar “prestados” los ingredientes para preparar sus telarañas artificiales, le producía un poco menos de vergüenza. El jamás pidió que lo llevaran a esa estupidez del Desafío Interheroes, no le interesaba y además, tenía mucho que hacer en la Ciudad. Jameson le debía la paga de varios trabajos y ya no sabía como hacer para mantener su humilde cuartito de pensión. Pese a ser tan ágil, cada vez se le hacía más difícil gambetear la pobreza en la que vivía, tanto que llegó a pensar en pedir una paga por participar en el torneo… o por lo menos los viáticos. El no tenía por qué pagar sus insumos para hacer algo que no le interesaba en absoluto. Y que no le vinieran con discursos de dignidad y gloria: El honor de los héroes de Marvel se lo podía meter el Señor Fantástico ya sabía adonde… Según lo que le habían dicho, el desafío terminaba cuando sólo uno de los equipos quedaba en pie y, teniendo en cuenta los poderes de los participantes, eso podía llevar mucho tiempo, tiempo en el que él, Parker, no estaría trabajando y por tanto, acumulando todavía más deudas.
Si alguno de los dos hombres hubiera estado mirando por la ventana en ese momento, se habría visto sorprendido por el paso fugaz de una sombra que a duras penas lograba seguir el paso al pensativo arácnido que la generaba. Pero quienes conversaban en ese pequeño y sombrío cuarto de los suburbios de Nueva York, no tenían tiempo ni deseos de asomarse a contemplar el paisaje.
- Lo que me pides es una locura Reed. No voy a hacerlo. ¡No puedo hacerlo! -. El rostro del profesor Banner lucía tan demacrado como de costumbre.
- Profesor, no estaría aquí si no tuviera la seguridad de que usted es el indicado-. La voz de Reed Richards, el Señor Fantástico, sonaba cansada. No era para menos, cuando se estaba enfrentando a la enésima discusión del día.
- Debes entender Reed, la bestia es incontrolable, sólo trae problemas. Además… además, no creo poder soportar ser Hulk una vez más.
- Pero profesor, tengo entendido que usted ha logrado controlar a su…- Richards tuvo problemas en encontrar la palabra adecuada -, su otro yo.
- ¿Cómo? ¿Mi otro yo? La bestia tiene vida propia Richards. Es él quién me controla, yo no… no puedo. ¿Cómo puedes venir a pedirme que sea la bestia? ¿Es que quieres destrucción y muerte?
- Profesor, entiéndame, debo realizar la tarea que se me encomendó de la mejor manera posible. Usted tiene que hacerse cargo del honor que significa haber sido escogido entre tantos héroes tan capacitados. Lo necesitamos profesor, necesitamos de su gran poder.
- ¡No me necesitan a mi! Creen necesitar a Hulk, pero él no los ayudará, es un bárbaro, un ser infernal.
- Se que usted… o Hulk, ha realizado grandes proezas, ha vencido a seres malévolos y poderosos. Piense en la gloria que lograríamos si ganamos el desafío.
- ¿Gloria dices? A ver si puedes entenderme Reed, intentaré describirte lo que pasa cuando cambio. ¿Alguna vez has bebido? Tomado alcohol hasta quedar ebrio como una cuba.
- No profesor ¿Cómo se le ocurre? Yo soy el Señor Fantástico, un icono mundial del comportamiento ejemplar…
- Vamos Reed, sé que has tenido tus noches, esas canas prematuras no crecen por tomar yogurt…
- Reconozco que alguna que otra noche me excedí con los tragos, bueno, es que cuando salimos con Ben… ¡El tiene hígado de piedra literalmente hablando!
- Te habrás levantado a la mañana siguiente con resaca, sin recordar bien lo que hiciste la noche anterior.
- ¡Y cómo! Je, recuerdo una vez que estaba tan borracho que utilicé mis poderes para alargar los brazos y palpar el trasero a las damas en un bar. Al otro día ni siquiera recordaba lo que hice, tan sólo tenía algunas lagunas, de hecho, Ben me contó todo. Si Susan se enterara…
- Entendiste el concepto Reed – el profesor Banner tuvo que morderse el labio superior para contestar educadamente, Richards era todavía más mojigato de lo que creía -, ahora imagina que te levantas al otro día medio desnudo, con la cabeza y el cuerpo terriblemente adoloridos y con lagunas mentales. Pero en vez de recordar vagamente haber tocado el trasero a una mujer, tienes la imagen de haber dejado media ciudad en llamas mientras destruías un regimiento entero del ejército…
La sala quedó en silencio unos minutos. Richards había entendido el concepto y conocía la peligrosidad de Hulk. De hecho, contaba con su inestabilidad, ya que tenía en mente ser él y sólo él, quién venciera el desafío. Tenía la posibilidad de erigir a los 4 Fantásticos como el mejor equipo de héroes del mundo y no pensaba dejar pasar la oportunidad. No se escapaba a nadie que últimamente, en Nueva York, había surgido una nueva oleada de superhéroes de medio pelo que asustaba. De hecho, la cantidad actual de héroes casi podía compararse a la de abogados, razón por la que no sólo se habían suicidado varios detectives y policías que pasaron de dirigir operativos importantes a controlar el tránsito, sino que, además, a los verdaderos héroes se les hacía cada vez más difícil encontrar un enemigo para derrotar lo suficientemente poderoso - o bizarro - como para justificar una primera plana en el diario. Si bien su principal enemigo estaba a buen resguardo de la competencia en la oscura Latveria, Richards estaba decidido a hacer la diferencia, por lo que optó por usar en ese momento su as bajo la manga. Banner era un buen científico, pero agobiado como estaba por sus transformaciones y teniendo que pasar la vida escondiéndose del ejercito, no tenía tiempo ni recursos para trabajar en la ciencia y así lograr curarse. Reed golpeó adonde dolía cuando soltó:
- Profesor Banner, como usted sabrá, yo cuento con una de las mejores instalaciones tecnológicas de la Ciudad. Quizá del mundo… ¿Qué le parecería que, una vez ganado el desafío, nos dedicáramos a buscar una solución a su problema, usted y yo? Ya casi he terminado la cura para Ben…
Bruce Banner bajó la cabeza, negando en silencio, pero Reed había alcanzado a ver un sugestivo brillo en los apagados ojos del doctor.
jueves, 24 de abril de 2008
Old Faithful Geyser
viernes, 18 de abril de 2008
EL DESAFIO - Parte I -
Moría por fumar, su salud no le preocupaba, sabía que sus pulmones eran demasiado poderosos como para que la nicotina pudiera hacer mella en ellos y, si en ese preciso momento no prendía un cigarrillo, era en parte para mantener su imagen de sujeto recto y saludable, y sobre todo en un intento por mostrarse lo más tranquilo posible. Pero, cigarrillo o no, las arrugas que surcaban su frente de acero eran signo indiscutido de la preocupación que lo embargaba. No le inquietaba tanto su persona, se sabía inmensamente poderoso, sin embargo, no podía decir lo mismo de algunos de sus aliados. Tampoco temía el enfrentamiento físico, eso nunca le había preocupado, ni siquiera aquella vez que debió batirse solo contra tres seres tan fuertes como él, pero temblaba de pensar en la discusión que se avecinaba: Bruno era un hombre terriblemente testarudo y, todo hay que decirlo, sobradamente más astuto que él. Sabía que Bruno iba a rebatir todos sus argumentos fácilmente, dejándolo, como muchas otras veces, sin palabras; no por nada era considerado uno de los miembros más inteligentes de la Liga. De hecho, había sido Bruno, (en honor a la verdad, no ya Bruno Diaz, sino su alter ego, Batman), quién planteó el desafío. Y ahora él, Clark Kent – o Superman, según tuviera o no puestos sus lentes -, en su carácter de líder de la Liga de la Justicia, sería el responsable de elegir los cuatro representantes que el Palacio de la Justicia enviaría al torneo del próximo domingo. Y, claro, dentro de los posibles elegidos, Batman no era una opción. Clark se devanaba los sesos pensando en la forma en que le diría a su par que, aunque hubiera sido él, Batman, quién orquestó todo aquel maldito asunto del “Desafío Interheroes” no estaba a la altura de las circunstancias y no lo contaría entre los seleccionados. Pero… ¡Cómo se podía ser tan testarudo! Bruno tendría que darse cuenta solo, el no era más que un humano, muñido con tecnología de punta, experto en lucha cuerpo a cuerpo y dueño de una mente brillante, si, pero sin ningún superpoder. Por supuesto que era más que capaz de enfrentarse contra el artero Pingüino, que podía vencer sin ayuda al terrible Guasón, pero aquellos supervillanos lo único que tenían de “super”, era el nombre, siendo, tal como Bruno, personas sobresalientes, pero sin poderes. Y los contrincantes que los esperaban, los miembros de las otras Ligas de Superhéroes, eran sujetos excepcionales, extremadamente poderosos. Sin ir más lejos, internamente Clark se sabía el único de la Liga de la Justicia capaz de enfrentarse a la mayoría de sus adversarios. ¿Cómo no se hacía cargo Batman de que Goku era capaz de destruir planetas enteros sin siquiera transpirar? ¿Acaso no comprendía Bruno que Titania podía matar a un ser humano en segundos, con sólo tocarlo, y eso en el mejor de los casos, si no decidía golpearlo con su superfuerza? El café que se derramaba, manchando su inmaculada camisa blanca, hizo que Clark se diera cuenta de que, otra vez, había apretado demasiado fuerte su taza, haciéndola pedazos. Levantó rápidamente su vista, temeroso de que alguien lo hubiera visto, pero la editorial del diario seguía su veloz rutina, siempre caótica, voraz de vender información a los habitantes de Metrópolis. El alivio de no haber sido visto haciendo gala de su fuerza superior fue angustiosamente efímero, y Kent se derrumbó en su silla, mientras pensaba qué excusa le daría esa tarde a Bruno Diaz.
El portazo fue tan violento que no sólo se hizo trisas la puerta, sino también gran parte de la pared. Reed Richards se removió los trozos de cielo raso que se adherían a su cabello emulando las canas de sus sienes, antes de soltar una tan larga como académica maldición. Luego, alargando su cuello varios metros, hasta pasar su cabeza por el agujero que había quedado luego de la destrucción de la puerta, se asomó gritando:
- ¡Ben, eres un terrible idiota y un inmaduro!
En realidad, no sentía aquello que acababa de decir, en alguna parte su amigo tenía razón. Y aunque no la hubiera tenido, no soportaba ver que la vida se empeñara en poner a Benjamín en situaciones injustas y desagradables. Y al mismo tiempo, parecía que era él, Reed, el Señor Fantástico, quién siempre debía dar la cara por las injusticias que la vida tenía para con su mejor amigo. Cuando le encomendaron ser quién eligiera al equipo que participaría en el desafío Interheroes, se sintió orgulloso, entendiendo el pedido como un nuevo reconocimiento de su extraordinario sentido común – claro que jamás supo que el Profesor Xavier, quién había sido designado primero, desestimó el cargo por encontrarse ocupado redactando un proyecto a favor de la inserción de los mutantes en los padrones electorales-. Pero luego, mientras estudiaba las condiciones que regulaban la elección y se mareaba repasando los poderes de los cientos de posibles héroes que podían integrar el magro conjunto de cuatro, sintió el verdadero peso de su responsabilidad. ¿Qué más hubiera querido él que integrar el grupo con su propio clan? Los cuatro fantásticos formaban un estupendo equipo y el tenía fe ciega en que podrían vencer a quién se les pusiera enfrente, pero las reglas eran terminantes: sólo uno de ellos, y únicamente en el caso de que alguno de los 4 fantásticos revistiera la idoneidad suficiente, podía integrar el equipo que la Marvel llevaría al desafío Interheroes. Y si Reed creyó que el más idóneo del grupo era él, fue exclusivamente para no exponer a los demás a riesgos innecesarios. ¿Vanidad? ¿Sed de gloria? Bah, esas eran patrañas de Ben… ¿O no lo eran? No, lo que pasaba era que La Mole se sentía agraviado porque él, el Señor Fantástico, había elegido a Hulk para integrar el equipo. Tuvo que reconocer que tanto los poderes de su amigo como los de Banner eran similares, con la diferencia de que Benjamín, La Mole, era sumamente menos inestable. Pero las reglas eran las reglas y, por otro lado, estaba aquel otro requisito, el de la fama o representatividad. Cada facción debía elegir a sus héroes más conocidos. De ahí que Reed haya tenido que descartar a muchos personajes muy poderosos para incluir a Peter Parker, el Hombre Araña. Era indiscutible la fama de ese personaje de traje colorinche y malos chistes, aunque Richards tenía la convicción de que esta popularidad se debía más al encarnizamiento que el diario Bugle tenía contra el Hombre Araña, que a propio mérito. Buena o mala, la propaganda siempre es propaganda, solía decir el Señor fantástico. Y, después de tantos destrozos y enfrentamientos contra el ejército, el monstruo verde también gozaba de popularidad. Al cuarto miembro del equipo lo eligió presionado por su mayor debilidad: su mujer, la Señora Fantástica. Susan había insistido en que al menos una dama debía integrar el grupo, de modo que Reed optó por llamar a Titania, una de los esbirros de Charles Xavier. Titania era una mutante, nacida sin un don del todo llamativo, hasta que el azar la transformó en un ser poderosísimo, cuando, casi sin quererlo, absorbió perennemente los fabulosos poderes de Carol Danvers – Miss Marvel -, convirtiéndose así en un ser verdaderamente extraordinario, el único del grupo elegido por Reed que podía volar indefinidamente.
Terminada la elección, cosa que le llevó a Richards tan sólo quince días, decidió salir de su diezmada oficina, para, antes de reunir y planear una estrategia con su equipo, intentar calmar los resentimientos de su propio grupo familiar. Sinceramente, este asunto le preocupaba más que el desafío Interheroes.
El terrible dolor que sentía en todo su cuerpo le producía una sensación extremadamente grata, un placer viseral, mucho más intenso que el sexual. Ya podía paladear el sabor dulzón de su sangre, que, manando desde su nariz, resbalaba hasta alcanzar sus labios resecos por el esfuerzo; y, a pesar de estar tan agotado, no era capaz de reprimir una sonrisa. El dolor, el agotamiento y la sangre, eran indicadores de que el entrenamiento que realizaba era duro y rendidor. Continuó practicando técnicas y golpeando las colosales rocas que él mismo hacía volar hacía su persona a velocidades supersónicas, hasta que estuvo a punto de desfallecer y, sólo entonces, se dio un respiro para comer algo. Antes sentarse a devorar las cantidades industriales de arroz y pescado que su mujer, Milk le había preparado, Goku se quitó las pesas de 50 toneladas que se adherían a sus brazos y piernas y, por temor a las represalias de Milk, se aseó manos y rostro poniendo especial dedicación en disimular lo mejor posible la sangre y las heridas. En ese momento, su hijo mayor, Gohan, llegaba portando el dictamen que Goku esperaba. Se trataba de un papelito minúsculo, que el joven levantaba triunfante sobre su cabeza mientras aterrizaba a centímetros de la mesa, pero Goku no lo leyó, ¿para qué esforzarse en asuntos que no le interesaban? El sería con seguridad uno de los elegidos y, además, leer era uno de esos asuntos mundanos que tanto le disgustaban – todavía recordaba con amargura su fracaso cuando fue obligado a intentar conseguir la licencia de conducir -. Mejor que se lo leyera su hijo, el flamante universitario.
- Hola Gohan – dijo, sin importarle que su interlocutor pudiera apreciar en toda su gloria el arroz y pescado que masticaba - ¿Conoces la respuesta de Píccoro?
- Así es – respondió sonriente el fornido muchacho -. El Señor Piccoro ha decidido que pelearemos nosotros dos, Vegeta y él mismo. Esos son los cuatro elegidos.
- Excelentes noticias hijo. No puedo esperar esa pelea. He oído que lucharemos contra sujetos muy poderosos. Me pregunto si serán realmente fuertes… Espero que no nos desilusionemos esta vez-. Gohan asentía sonriente, al tiempo que esquivaba con increíble agilidad los pegajosos granos de arroz que salían despedidos de la boca de su padre, que no daba muestras de respirar mientras tragaba y hablaba.
- Tengo fe que serán los oponentes indicados para probar el resultado de nuestro entrenamiento- agregó el muchacho.
- ¿Cómo dices? – el alarido de la mujer que, vestida con ropa típica de oriente, salía de la cocina portando varios pares de platos repletos de alimento, desgarró el aire, erizando aún más, si esto fuera posible, el pelo de los dos hombres. -¿Cómo que tu vas a pelear? No, no, no, Gohan, eso es imposible, tu tienes que dedicar tu tiempo a la universidad, no te permitiré que sigas con estas luchas sin sentido y arruines tu futuro, como hizo tu padre.- al oír el reproche, Goku sonrió y se llevó una mano a la nuca sin sentir ningún tipo de remordimiento. Después de todo, no se consideraba un fracasado. Su familia no vivía tan mal, tenían muy buen pasar y sus hijos, sin bien habían estado cerca de la muerte en algunas oportunidades, crecían sanos y felices. Por su parte, él había vencido a sujetos extremadamente fuertes, tenía grandes amigos en este y en el otro mundo y era considerado un guerrero extremadamente poderoso inclusive por el Supremo Kaiosama… además ¿para que estudiar o trabajar cuando se tenía un suegro inmensamente rico? La mujer, ignorándolo, continuó su discurso:
- Deja que peleen ellos, hijo. ¿Y Trunks? El también tiene sangre Saiyajin, es casi tan poderoso como su papá, Vegeta. ¿Por qué no pelea él? O el vago de Yamcha, que no hace más que buscar riñas en la Ciudad…
- Pero mamá, Yamcha es muy poderoso, pero tu sabes que su nivel de pelea no puede compararse con el nuestro- protestó el muchacho-. Además, si el Señor Piccoro decidió que los que debemos pelear somos nosotros, no me parece educado negarme. Trunks se molestó, lógicamente, pero entendió perfectamente que después del entrenamiento que me dio el Supremo Kaiosama de hace 15 generaciones, mi nivel es superior al suyo. El está conforme con entrenar con Vegeta durante estos días. Luego, puede venir con Goten a ver la pelea…
- ¿Goten? Eso ni se te ocurra, tu hermano se queda acá, donde yo pueda verlo ¿Donde está Piccoro? Voy a tener unas palabras con ese sujeto, me va a escuchar, claro que me va a escuchar ¡Mandar a mi Gohan a pelear con unos desconocidos!, ¿Goku, por qué no le explicas a tu hijo lo importante que es terminar la unive…? – La furibunda mujer debió cortar su frase a la mitad, su marido había desaparecido, teletransportándose, seguramente para proseguir su entrenamiento en algún lejano planeta, uno con terrible fuerza de gravedad y donde pudiera expulsar todo su Ki sin temor a causar graves cataclismos.
¿CUANTO CONOCE USTED DE SUPER PSICOLOGÍA?
CONCURSO: ¿CUANTO CONOCE USTED DE SUPER PSICOLOGÍA?
BASES Y CONDICIONES:
No quiero que me reten como a la Lu, lo sé, esto no va acá, iría junto con el artículo en cuestión, pero como Waktana está un poco árida últimamente, me pareció más bonito y sobretodo más didáctico publicar las bases del concurso y su explicación en un artículo aparte.
¿De qué hablo? ¿Qué concurso? El tema es así: se van a ir publicando periódicamente los capítulos de un texto denominado “El desafío”. Este pasaje narra la introducción a un Torneo donde se enfrentarán los héroes contemporáneos más representativos. En los sucesivos capítulos de “El desafío” se profundiza sobre las características físicas y mentales de quienes van a enfrentarse en el Torneo, al mismo tiempo que se da al lector un panorama amplio de lo que ocurre alrededor de este extraño desafío.
El concurso en sí, tiene como finalidad que los participantes, usando lo aprendido sobre los héroes mediante las entregas de “El desafío”, pero también mediante sus conocimientos extras - ¿quién no arrastra de la infancia alguna sapiencia sobre superhéroes?- y sobre todo su imaginación, arriesguen el resultado final del Torneo y, por qué no, del texto “El desafío”, que, como verán, no se agota en una pelea entre héroes. En otras palabras, el concurso es una especie de “Quién metió al tipo”, pero con diferentes superhéroes.
El ganador, se llevará, como siempre, fabulosos premios, aunque lamentablemente, no podremos contar en esta oportunidad con la vinchita autografiada por el Andrés Lona porque se donó para una “cadena de favores” a beneficio de AA.
El 18 de abril de 2008, se publicará en Waktana el primer capítulo de “El desafío”. Cualquier duda o interrogante, se responderá en la sección comentarios de este artículo o, en su caso, meeting a realizarse oportunamente en el Frontón de Buenos Aires.
BASES Y CONDICIONES:
No quiero que me reten como a la Lu, lo sé, esto no va acá, iría junto con el artículo en cuestión, pero como Waktana está un poco árida últimamente, me pareció más bonito y sobretodo más didáctico publicar las bases del concurso y su explicación en un artículo aparte.
¿De qué hablo? ¿Qué concurso? El tema es así: se van a ir publicando periódicamente los capítulos de un texto denominado “El desafío”. Este pasaje narra la introducción a un Torneo donde se enfrentarán los héroes contemporáneos más representativos. En los sucesivos capítulos de “El desafío” se profundiza sobre las características físicas y mentales de quienes van a enfrentarse en el Torneo, al mismo tiempo que se da al lector un panorama amplio de lo que ocurre alrededor de este extraño desafío.
El concurso en sí, tiene como finalidad que los participantes, usando lo aprendido sobre los héroes mediante las entregas de “El desafío”, pero también mediante sus conocimientos extras - ¿quién no arrastra de la infancia alguna sapiencia sobre superhéroes?- y sobre todo su imaginación, arriesguen el resultado final del Torneo y, por qué no, del texto “El desafío”, que, como verán, no se agota en una pelea entre héroes. En otras palabras, el concurso es una especie de “Quién metió al tipo”, pero con diferentes superhéroes.
El ganador, se llevará, como siempre, fabulosos premios, aunque lamentablemente, no podremos contar en esta oportunidad con la vinchita autografiada por el Andrés Lona porque se donó para una “cadena de favores” a beneficio de AA.
El 18 de abril de 2008, se publicará en Waktana el primer capítulo de “El desafío”. Cualquier duda o interrogante, se responderá en la sección comentarios de este artículo o, en su caso, meeting a realizarse oportunamente en el Frontón de Buenos Aires.
lunes, 7 de abril de 2008
Mendolandia "desem polva" las almohadas
Guerra de almohadas en el Parque Central
Blog
Batalla campal de la guerra de almohadas.
Si estás nervioso, angustiado, o le tenés "bronca" a alguien, sacate las ganas y participá de la segunda edición de la guerra de almohadas. La convocatoria es para divertirse y compartir con otros, almohadonazos. Mirá los videos de la guerra anterior.En esta oportunidad la convocatoria está siendo programada para el día 13 de abril próximo a partir de las 18 horas, también se realizará en el Parque Centroal. Pero como en todo juego existen reglas claras para poder participar: 1- Presentarse en el lugar con una almohada, porque la lucha comenzará puntualmente a las seis de la tarde.2- No vale pegarle a quienes estén desarmados (sin almohadas).3- Está totalmente prohibido usar almohadas pesadas o con objetos duros, con cierres o botones.Ganará quien logre mantenerse en pié.
Blog
Batalla campal de la guerra de almohadas.
Si estás nervioso, angustiado, o le tenés "bronca" a alguien, sacate las ganas y participá de la segunda edición de la guerra de almohadas. La convocatoria es para divertirse y compartir con otros, almohadonazos. Mirá los videos de la guerra anterior.En esta oportunidad la convocatoria está siendo programada para el día 13 de abril próximo a partir de las 18 horas, también se realizará en el Parque Centroal. Pero como en todo juego existen reglas claras para poder participar: 1- Presentarse en el lugar con una almohada, porque la lucha comenzará puntualmente a las seis de la tarde.2- No vale pegarle a quienes estén desarmados (sin almohadas).3- Está totalmente prohibido usar almohadas pesadas o con objetos duros, con cierres o botones.Ganará quien logre mantenerse en pié.
Y VOS A QUIEN INVITARIAS ???
domingo, 2 de marzo de 2008
8 cosas q quiero hacer antes de morir
1)poder devolver a mis viejos todo lo q hicieron por mi por su amor incondicional 2)viajar mucho 3)encontrar el amor verdadero 4)tener mis mismas amigas hasta viejita y juntarnos a jugar al bridge 5)tener un hijo
6)tener mi propia linea de ropa 7)desestructurarme un poco jeje8)y pq no alguna vez si dios quiere RECIBIRME JAJAJA
6)tener mi propia linea de ropa 7)desestructurarme un poco jeje8)y pq no alguna vez si dios quiere RECIBIRME JAJAJA
jueves, 21 de febrero de 2008
Robe la idea de otro blog
La propuesta es q cada uno escriba 8 cosas q quiera hacer antes de morir, pueden ser lo profunda o superficiales q cada uno quiera, pero q cada uno escriba 8...
Besos
La adm!!!
Besos
La adm!!!
lunes, 18 de febrero de 2008
Tomate..las!!!!!!
NO PUEDE SER, ESTE BLOG ESTA MUY ABURRIDO !!!!!!!!!!!!
TOMATAZOS PARA TODAS!!!! HASTA PARA ESA QUE DICE SER LA ADMINISTRADORA!!!!!
TOMEN.....SELAS!!!!
TOMATAZOS PARA TODAS!!!! HASTA PARA ESA QUE DICE SER LA ADMINISTRADORA!!!!!
TOMEN.....SELAS!!!!
miércoles, 30 de enero de 2008
APARTHEID CON SORTIJA
Curioso objeto el anillo. Es un redondelito que se pone, comúnmente y de acuerdo a las costumbres decentes, en un dedo. No es más que un círculo, pero tiene alcances verdaderamente sorprendentes. Desde tiempos inmemoriales se alzó no tanto como adorno sino más bien como símbolo: Antiguamente, representó eternidad, unidad y hasta reencarnación. Para los vikingos, el anillo significaba riqueza y honor; los alquimistas lo usaban como insignia, en su versión de serpiente mordiéndose el trasero; la inquisición lo vio como el distintivo de sus enemigos paganos y es usado aún hoy, para representar el Poder Pontífico. Grandes obras literarias fueron inspiradas por los mitos del anillo, como “El anillo de los Nibelungos” de Richard Wagner; o su primo, “El Señor de los Anillos”, de J.R.R. Tolkien (en lo que refiere a esta última trilogía, confieso que siempre creí que Tolkien se excedió al llenar tantos párrafos y usar oraciones tan sufridas para describir la terrible carga que significaba para Frodo portar el Anillo Unico, pero ahora recapacité e inclusive estoy pensando que se quedó corto…). Por otro lado, y llevando el asunto a un plano más actual… ¿Cuántos superhéroes deben su poder a un anillo? Linterna Verde hace todo con su anillito, los tan bizarros como despreciados Gemelos Fantásticos estarían perdidos de no tener los suyos, y el eunuco Ultra Boy tenía que usar su anillo para poder volar y comer chicle al mismo tiempo. Y eso no es todo, ya que, amén de lo que simbolizan o los poderes que otorgan, mucha gente adora los anillos, las mujeres por excelencia lógicamente, pero también hombres hechos y derechos como Mister T, Don King, o cualquier hip-hopero o rapero que se precie de tal.
Entonces, si desde la aurora de la humanidad el anillo ha sido un objeto tan representativo y preciado… ¿Cómo puede haber devenido, al mismo tiempo, en uno de los íconos de discriminación más temibles del siglo XXI?
Porque, efectivamente, en la actualidad, un triste anillo en el anular izquierdo es fuente de la más cruda discriminación. Y esta segregación del anillo, aunque sufrida por todos, se acentúa a niveles casi morbosos en los varones de entre 25 a 45 años, sobretodo si dentro de su entorno social existen pocos o ninguno en esta condición de portadores de la sortija. El anillo en un joven produce espantosos efectos a su alrededor.
Quienes no portan sortija, tienden a mirar a los que sí la tienen como si fueran un auto fundido, un parlante saturado o un ipod sin carga; un ente sin alma, ni sangre en las venas. Parecen creer que el hecho de llevar ese anillo, agrega a su usuario cinco o seis décadas de edad, le resta fuerza a su risa y ahoga todo brillo a sus ojos. Encuestas recientes demuestran que los “sin anillo”, creen que los que lo portan han quedado incapacitados para salir a bailar, generar anécdotas interesantes, participar de reuniones que no sean comer un asado o jugar al poker, o hacer viajes cuyo objeto no sea la pesca o cacería. Y son estas carencias las que dan pie a la discriminación, de ahí que los partidos de futbol sean de “solteros contra casados”, que en las juntadas se relegue a los casados a la mesita de las cartas mientras los solteros se preparan para salir a bailar y que siempre sea un casado el que haga el asado. Y ni hablar del tan temido como descalificador mote de “el casado”, con el que suelen referirse al portador del anillo. Más de un anillado se ha visto humillado por cientos de miradas compasivas cuando, al llegar a una reunión de “sin anillos”, es recibido al grito de “llegó el casado”.
Lógicamente, esas deficiencias del porta sortija son un mito, una fantasía, pero, como toda leyenda, tienen una base real. Cierto es que los “con anillo”, tienen algunas responsabilidades extras y un grado de compromiso mayor, y también es verdad que en muchos casos, el anillo viene acompañado con una linda panza, ojeras y cara de “me suicido en cualquier momento”. Pero pese a estas características, que no son más que su versión estereotipada, el anillado posee virtudes únicas: sus quejas son infinitamente mejores que las del resto de los mortales, su mirada de perro abandonado al ver salir a sus amigos sin anillo es capaz de conmover al más desalmado, su entusiasmo cuando le han dado permiso para salir un ratito dejaría como un apático al Cholo Simeone en sus mejores épocas y esos colmillitos que se le asoman cuando pasea una tarde de verano por el centro, le dan un no se que de ternura que comprime el alma… Por eso, afortunados “sin anillo”, elevo este ruego de humanidad, esta plegaria de compasión para los anillados. ¡Quiéranlos, mímenlos!, háganles un lugarcito en sus reuniones y diríjanse a ellos como iguales de vez en cuando. Recuerden que ellos alguna vez fueron tan libres y personas como ustedes y, además, piensen, tengan en cuenta que el mundo da vueltas y que cuando ustedes comiencen a portar la sortija, serán ellos, los anillados de hoy, los encargados de guiarlos en el confuso mundo del portador del anillo…
Entonces, si desde la aurora de la humanidad el anillo ha sido un objeto tan representativo y preciado… ¿Cómo puede haber devenido, al mismo tiempo, en uno de los íconos de discriminación más temibles del siglo XXI?
Porque, efectivamente, en la actualidad, un triste anillo en el anular izquierdo es fuente de la más cruda discriminación. Y esta segregación del anillo, aunque sufrida por todos, se acentúa a niveles casi morbosos en los varones de entre 25 a 45 años, sobretodo si dentro de su entorno social existen pocos o ninguno en esta condición de portadores de la sortija. El anillo en un joven produce espantosos efectos a su alrededor.
Quienes no portan sortija, tienden a mirar a los que sí la tienen como si fueran un auto fundido, un parlante saturado o un ipod sin carga; un ente sin alma, ni sangre en las venas. Parecen creer que el hecho de llevar ese anillo, agrega a su usuario cinco o seis décadas de edad, le resta fuerza a su risa y ahoga todo brillo a sus ojos. Encuestas recientes demuestran que los “sin anillo”, creen que los que lo portan han quedado incapacitados para salir a bailar, generar anécdotas interesantes, participar de reuniones que no sean comer un asado o jugar al poker, o hacer viajes cuyo objeto no sea la pesca o cacería. Y son estas carencias las que dan pie a la discriminación, de ahí que los partidos de futbol sean de “solteros contra casados”, que en las juntadas se relegue a los casados a la mesita de las cartas mientras los solteros se preparan para salir a bailar y que siempre sea un casado el que haga el asado. Y ni hablar del tan temido como descalificador mote de “el casado”, con el que suelen referirse al portador del anillo. Más de un anillado se ha visto humillado por cientos de miradas compasivas cuando, al llegar a una reunión de “sin anillos”, es recibido al grito de “llegó el casado”.
Lógicamente, esas deficiencias del porta sortija son un mito, una fantasía, pero, como toda leyenda, tienen una base real. Cierto es que los “con anillo”, tienen algunas responsabilidades extras y un grado de compromiso mayor, y también es verdad que en muchos casos, el anillo viene acompañado con una linda panza, ojeras y cara de “me suicido en cualquier momento”. Pero pese a estas características, que no son más que su versión estereotipada, el anillado posee virtudes únicas: sus quejas son infinitamente mejores que las del resto de los mortales, su mirada de perro abandonado al ver salir a sus amigos sin anillo es capaz de conmover al más desalmado, su entusiasmo cuando le han dado permiso para salir un ratito dejaría como un apático al Cholo Simeone en sus mejores épocas y esos colmillitos que se le asoman cuando pasea una tarde de verano por el centro, le dan un no se que de ternura que comprime el alma… Por eso, afortunados “sin anillo”, elevo este ruego de humanidad, esta plegaria de compasión para los anillados. ¡Quiéranlos, mímenlos!, háganles un lugarcito en sus reuniones y diríjanse a ellos como iguales de vez en cuando. Recuerden que ellos alguna vez fueron tan libres y personas como ustedes y, además, piensen, tengan en cuenta que el mundo da vueltas y que cuando ustedes comiencen a portar la sortija, serán ellos, los anillados de hoy, los encargados de guiarlos en el confuso mundo del portador del anillo…
sábado, 26 de enero de 2008
Mendolandia...es como somos!!!
lunes, 21 de enero de 2008
Que no decaiga el blog
Eso es todo lo que tengo que decir.........que no decaiga el blog!!!!!!!!!!!!!!
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