jueves, 29 de marzo de 2007

VERSION GANDADORA


A continuación, transcribimos en forma textual la excelente versión ganadora del mutitudinario concurso "Quiénmetioaltipo".

Sin más, preámbulos, Quien metió al tipo, capítulo VII, por Merce.

"-Quien permitió entrar al chico fue… Gisela- Sentenció la Nona, haciendo una pausa para poder apreciar con atención las reacciones que su anuncio causaba.

El departamento estalló en un alboroto de dimensiones siderales. Todas al unísono pronunciaban distintas cosas ininteligibles para cualquier oído poco entrenado, pero ese no era el caso de los oídos de Ida. Ella se reclinó en su asiento y se dispuso a disfrutar de las risotadas de algunas, los quejidos cual chancho al matadero de otras y del sonrojar de las mejillas de la agnóstica, que no terminaba de entender muchas cosas.

Gisela llamó al silencio con un –Paren un poco! Algo no está bien, sí, admito que mi chico vino anoche, pero…

Milagros iracunda interrumpió a Gisela, como si no hubiera escuchado que la agnóstica estaba reconociendo su culpa y continuó diciendo –Yo sabía que había sido la Gise, admitilo, metiste a alguien, admitilo! Yo embarazaba, teniendo que pasar por esto, todo el día preocupada con lo mal que me hace a mi estresarme en el estado en el que estoy y para colmo…- seguía diciendo, cuando la Nona decidió romper el silencio.

-Lo peor para tu estado, querida, es el pucho.- Dijo Ida.

Recién al haber escuchado esto último las chicas se callaron.

-Nona, pe… pero si yo no fumo, no puedo, por el embarazo…- dijo tímidamente Milagros, a quien se le trasformó la cara y cuyos ojos buscaban otros ojos amigos que la apoyaran en esto. Pero todo lo que encontró fue miradas reprobatorias.

-Vos Milagros, al no poder dormirte, sintiéndote incómoda en la pequeña cama que te tocó usar, después de dar vueltas por horas buscando una posición que no te hiciera maldecir el día que decidiste no tomar más la píldora a espaldas de tu marido, decidiste darte un gustito. No te juzgo, cada uno hace lo que quiere con su cuerpo- decía calmada Ida, aunque su lenguaje corporal la contradecía –y saliste de la habitación hacia el living en busca de un poco de calma.

-Nona le juro que no fumé, en realidad… prendí un pucho, pero… no lo fumé, quería porque… sí! Estaba muy incómoda, con muchos dolores, no me podía dormir. El médico me dijo que lo primero para mi estado es estar tranquila y… en esa cama que me dieron!- seguía y seguía hablando de su situación de preñadez sin concluir.

-Milagritos, querida- interrumpió Ida para aclararles la situación a las demás –decías que lo prendiste pero que no lo fumaste, por favor, calmate y dejame que les explique a las chicas por qué no pudiste terminar el pucho.- Respiró hondo, se levantó de su asiento y se dispuso a continuar con lo que había sucedido.

-Milagros no pudo fumarlo porque en el momento en que lo prendió escuchó a Vea atender la puerta de entrada. Corrió entonces a su habitación para que nadie notara su desliz. De esta manera, sólo estuvo ausente en su cama unos pocos minutos, lo que hizo que Laurita no pudiera culparla de lo sucedido y supusiera que simplemente había ido al baño como cualquier embarazada ochomesina.

-Pero esto no fue todo lo que pasó anoche- continuo Ida con el placer que sienten los investigadores al ver caras asustadas en sus sospechosas –Vea atendió la puerta de entrada y se dirigió hacia el living-comedor con su novio. Suponiendo que aun debía quedar algo de fernet en la botella, lo invitó a terminarlo. Él llegó con un cd en su mano, intentando por enésima vez poder hacer de su fiancé una amante de los nuevos grupos de rock. Para sorpresa de ella, en la botella no quedaba ni una gota del elixir de los jóvenes. Vea no pudo en ese momento sospechar que alguien había estado anteriormente allí para terminarlo ya que su cabecita de novia, como se decía en mi época, solía olvidar las cosas… Entonces comenzaron a discutir, él enojado por no encontrar algo con que mojar sus labios, ella enojada por la falta de galantería de él y por su insistencia con el grupo de rock juvenil. De esta manera dieron por concluida la noche y cada uno se retiró a sus aposentos.

-Pero entonces… la Gise se terminó el fernet con el catalán?- preguntó Vea desconcertada.

-Y sí- dijo Mercedes, que había estado muy atenta escuchando todo lo que se vertía de los labios delgados de la Nona. –La nona empezó diciendo que quien permitió entrar a un chico fue Gisela, si hubieras estado atenta Vea, no tendrías que preguntarlo ahora.- sus palabras sonaron como un mazaso pero pronto su actitud superada fue reducida a la de una rata por una sabia contestación de la no del todo ponderada Ida que le dijo: -Merceditas, yo dije que Gisela fue la que permitió entrar a un chico, pero… - continuo con calma la nona –eso no significa que algún otro chico haya entrado sin estar invitado. Como fue el caso de Miguel. Él se coló por la ventana, de hecho fue el primero en entrar anoche en este departamento. Con sus habilidades de alpinistas, trepó hacia la ventana y se introdujo sigilosamente hasta el living. Con la mala suerte de dejar caer a su paso el ticket que lo habilitaba para un pase a pie por la montaña. Su idea era despertarte e invitarte a disfrutar de la luna que se posaba suavemente sobre las nevadas cordilleras, pero no contaba con que iba a ser tentado en el camino por un placer al que no sabía decirle que no. Notó que quedaba fernet en la botella, y no le quedó otra opción que emborracharse solo y salir nuevamente por la ventana buscando otra alma perdida que lo quisiera escuchar.

Las chicas guardaban el más cuidado silencio para poder terminar de entender todo lo que había pasado. Sus caras iban transmutando a cada nuevo relato de Ida, que parecía no tener fin. La nona continuo explicando –fue después de esto que Milagros salió a fumar y que Vea atendió a Luis.

-El siguiente en aparecer fue José –dijo recogiendo aun más asombro en todas, especialmente en Vea, que ponía las manos en el fuego por su hermana de sangre. –El fue al departamento por una llamada de auxilio de Laurita quien, preocupada por que Federica que había perdido su chupete, lo mensajeo para que la socorriera. Sin embargo, sus intenciones no eran del todo paternales. Llegó con un chupete nuevo, carísimo dicho sea de paso, cuyo envase encontré en la basura y con una botella de champagne para seducir a su mujer y así matar dos pájaros de un tiro. Ella -dijo Ida hinchándosele el pecho por la entereza de su nieta–, lo sacó a las corridas, su personalidad no iba a dejarla romper la promesa que tan afanosamente hizo con sus compañeras de estadía.

-Fue entonces cuando Gisela recibió a su invitado, con quién pudo gozar del beneficio de no ser interrumpida por nadie ya que todas había terminado su performance para esa noche. El catalán fue así homenajeado con un exquisito champagne cortesía de José, cigarrillos dejados al azar por Milagros y una música para adentrarse en el folklore de Argentina. Disfrutaron relajadamente de la noche y sus caprichos.

-Nona, cómo supo que yo fui la que más tiempo estuve con alguien? Pudo haber sido cualquiera! Usted misma lo dijo, todas hicieron algo, y parafraseando la religión que todas dicen auspiciar “quién esté libre de pecado que tira la primera piedra”… -proclamaba Gisela enojada por recibir la mayor de las culpas sin evidenciar donde se encontraba la clave que la había llevado a la Nona a esa sentencia.

-Gisela, vos me diste la punta de la madeja, al decirme en nuestro careo, que “tampoco es para armar tanto alboroto, a fin de cuentas, el paso del hombre fue tan fugaz, que nadie se despertó. Ni siquiera la bebe”. La única manera de saber que ni siquiera la bebe se despertó es estando vos despierta, ya que dudo que Federica te lo haya dicho.

Habiendo dicho esto, la nona ya cansada del jaleo que se había producido, se levantó dejándolas a todas discutir abiertamente sobre lo que cada una había hecho la noche anterior, y se acomodó en el sommiere segura que esa noche iba a transcurrir en total tranquilidad."

lunes, 26 de marzo de 2007

Capitulo VII
(Exclusivo versión Blog)
Todo se revela

La consistencia del aire se tornó cremosa, y la fuerza de gravedad pareció multiplicarse mientras las chicas esperaban que la Nona terminara la frase. Era tal el nivel de expectación, que cuando Ida por fin habló, todas sintieron un curioso desazón, un inexplicable gusto a poco.

- Quién permitió entrar al chico, fue Milagros-. Sentenció la anciana.

Por momentos, pareció que el Silencio se hubiera declarado Emperador, y tiranizado con sus mudas huestes todo el departamento. Pero su reinado fue efímero. Pasados los primeros segundos de estupor, las cinco chicas comenzaron a comentar alteradas.

- Ja, ja. Mirá vos. Y tanto que se hacía la buenita -. Se burlaba una.

- Lo supe desde el principio -. Se jactaba otra.

- ¡Milagros! ¿Cómo pudiste? – Le recriminaba una madre.

La acusada, los ojos abiertos, tan redondos como su barriga, se mantenía muda. La Nona dejó que las chicas se desahogaran un poco, y aclarándose la garganta, acusó que iba a seguir hablando. Las chicas, respetuosas, culminaron con sus comentarios.

- No he terminado-. Continuó-. La que dejó ingresar al muchacho fue Milagros. Y también tú Laura; y tú Gisela; y tú Vea -. Sonrió cada vez que su dedo índice apuntaba a la aludida. – Igualmente tú, Mercedes.

- Pero… ¿Cómo? – Las cinco voces de las chicas fueron una.

Ida se acomodó en su silla y se dispuso a relatarles a todas lo ocurrido la noche anterior.

- La sucesión de entradas de los chicos se dio en forma concatenada y ordenada, y ni ellos ni ustedes, se percataron a su tiempo, que otras personas habían entrado durante la noche. Salvo en el caso de dos de ustedes, que estuvieron con sus chicos al mismo tiempo- . La Nona paladeó su razonamiento antes de proseguir.

- Era lógico que en sus respectivas declaraciones destacaban puntos que eran verdaderos, y otros que no tanto. Solo era cuestión de discriminar la fantasía de lo real. Asimismo las pistas encontradas eran demasiado disímiles, por lo que hablaban de la entrada de más de un joven. Una vez determinados dichos puntos, solo me restó buscar las motivaciones, formular las hipótesis y dejar que de a poco, los hechos mismos se fueran adaptando a las mismas – Explicó. Las cinco la seguían azoradas.

- El primero en entrar fue José. El vino temprano, acudiendo salvador al llamado de su mujer. Laurita había olvidado o perdido el chupete de Federica, y seguramente le pidió a su marido que le comprara uno durante la tarde, antes de que se hiciera de noche. ¿Me equivoco?- Interrogó a la aludida.

- No, no…No se equivoca, Nona. Me había olvidado el chupete y a eso de las siete de la tarde, previendo una noche complicada, le pedí a José que comprara uno…

- Aja. – Retomó la anciana -. Y José, fiel a su costumbre de complicarse, se fue a comprarlo al pueblo más cercano, lo que le llevó su tiempo, razón por la cual vino a traerlo bien entrada la noche. Del mismo modo, el buen chico se vio obligado a pagar un precio exorbitante por el objeto, que acá arriba, es un bien bastante exuberante. La cajita con el importe aún adosado, dormía en el tachito de basura. Tú recibiste a José en silencio por la puerta de entrada, y no quisiste decir nada para que el resto de las chicas no pensaran mal. Unas de las grandes huellas que encontraron allí en la mañana, pertenecían a tu marido, Laura. Una vez que José te dio el chupete, y con la criatura durmiendo, aprovecharon para fumar un cigarrillo y charlar un rato.

- Así es Nona...- Suspiró Laura y quiso intentar una excusa, pero la anciana siguió su relato.

- El próximo en llegar fue Nicolás. A él también lo llamó su mujer. Es verdad que Milagros tiene un sueño ligero, pero no tanto como ella dice, ya que ni se enteró de que Laura se había levantado. En un intento por cubrirse, y astutamente, valiéndose de las evidencias que habían encontrado al día siguiente, inventó el cuento de que había escuchado voces de hombres y hasta agregó que oyó el sonido de una botella de champagne al abrirse. Fue ahí cuando supe que mentía. La botella de champagne estaba abierta y vacía, pero el corcho no se veía por ningún lado. Esto es así, por que cuando la trajeron ya estaba abierta, de modo que nadie aquí pudo escuchar como se descorchaba. Del mismo modo, hijita, tú misma, al mismo tiempo que tus amigas, inventariaron los despojos e indicios que aparecieron al amanecer, y si bien hablaron de botellas vacías, jamás se descubrió el corcho. Pero ya llegaré a ese punto.

Milagros asentía tímidamente y las chicas no respiraban para no perder una sola palabra. Ida hablaba placidamente, disfrutando como una niña las caritas desorientadas que seguían sus explicaciones concienzudamente.

- Decía que fue Milagros quién invitó a Nicolás. El chico debe ser un primor, por que su mujer lo llamó tarde, exigiéndole el cumplimiento de un extravagante antojo. Milagros necesitaba comer frutas, sobre todo naranjas. Es un hecho comprobado que las naranjas son un excelente paliativo natural para la nicotina, un excelente suplente para el cigarrillo, y la chica, que no fuma solo por estar en cinta, molesta por el frío y bastante nerviosa por dormir sin su marido, necesitaba algo para calmar la inquietud. Y requirió, enviando un mensaje desde esos útiles aparatitos que ustedes tienen, que le trajeran frutas. Y el devoto marido obedeció. Tuvo que tomar prestadas las frutas de su tío, lo que ustedes habrán notado, ya que en ningún lado se veía la bolsa en la que se habían transportado los frutos, lo que nos lleva a pensar que quién los trajo usó un recipiente no descartable, que tenía que ser devuelto a su lugar. Milagros, febril, angustiada, preocupada por que nadie se fuera a levantar y la atrapara en flagrante delito, comió las frutas, sobre todo las naranjas, rápidamente, bestialmente, dejando así, todo desparramado y desordenado. Sin dudas, Milagros pensaba ordenar todo antes de volver a la cama, pero cuando escuchó el quejido de Federica, por miedo a ser descubierta, prefirió dejar todo como estaba y despachar rápidamente a su marido, que hasta el momento, la miraba comer mientras fumaba. Lo sacó rauda por la entrada y esa fue la primera vez que Laura sintió que la puerta se cerraba. Nicolás es bajito y de pies pequeños, por lo que sus huellas, mezcladas con las de ustedes mismas, pasaron desapercibidas.

- Tal cual Nona. Pero, me tienen que entender. No las chicas, pero si Laura, ella sabe lo difícil que es estar embarazada y sin fumar, es un estado tal de angustia que uno….

- Te comprendemos, querida, seguro-. La tranquilizó la señora. Tomó un sorbito de te de boldo y prosiguió.

- Pasó bastante tiempo antes de que llegara el tercer chico. Era ya tarde, aproximadamente las cinco menos cuarto de la mañana, cuando entró Luis. A él no lo llamó Vea, sino que, al contrario, avisó por celular que venía. También entró por la puerta, pero muy sigilosamente, sabiendo que en caso contrario Vea lo mataría. Es más, para que le permitieran entrar, tuvo que mandar varios mensajes a su novia, los que también fueron oídos difusamente, entre sueños, por Laura. ¿Qué quería el joven? Eso es lo más simple. Me enteré que por ley, las boites de Mendoza cierran temprano y las barras adonde se expiden los tragos dejan de funcionar aún antes. Luis quería seguir su noche, y venía en busca de algo para tomar. Claro, conociéndolas a todas ustedes desde hace tanto tiempo, el chico sabía que seguramente estaban perfectamente aprovisionadas y no quiso dejar pasar la oportunidad. Entró, y dio cuenta de todo el fernet que quedaba en la botella. Vea sin dudas lo quiere mucho, y quiso engañarme diciendo que fueron ustedes quienes se tomaron todo el fernet. Pero lamentablemente fue la única que afirmó tal hecho, lo que me hizo deducir que no decía la verdad. Hasta me atrevería a aventurar que fue el alegre chico quién cambió el compac disk del reproductor, en un ingenuo intento por volver a su anterior entorno de jarana, pero jamás logró escuchar a su grupo, por que su perenne novia se lo prohibió rotundamente.

Vea dejó que una mirada de infinito reproche se fugara por la ventana, para llegar, certera como un misil teledirigido, a la nuca de su novio, quién se estremeció violentamente, pese a que estaba en otro edificio, jugando a las cartas con sus amigos. La Nona seguía su explicación.

- Luis no se habrá quedado en el departamento más de un cuarto de hora, apremiado a irse tanto por la inquietud de Vea como por la inminencia del encuentro con el resto de sus amigos, que seguramente vagaban por ahí con intenciones similares a la suya. Cuando salió, prácticamente expulsado por su novia, dejó huellas que, como las de Nicolás, se mezclaban con las de ustedes. En su afán por despachar a su juerguista novio lo antes posible, Vea, no prendió ninguna luz, por lo que no alcanzó a notar ni el cenicero lleno, ni las frutas tiradas, ya que en caso de haberlas visto, no hubiera podido con su genio y hubiera limpiado todo. Cuando Luis se fue, Vea volvió a acostarse y se durmió como un lirón.

Las chicas no pudieron evitar reírse, dejando escapar un poco de la tensión acumulada. Ida, quién también rió cómplice, pasó a la última etapa de su relato.

- La picarona de Gisela ya había convenido con su chico la juntada. Ella fue sincera cuando me dijo que no había oído nada durante la noche, pero mintió en lo que refería a su sueño liviano. Reposó en calma y sin percatarse de nada, habiendo dejado preparada una alarma ligera que la levantara a la hora convenida. Alertada por el suave vibrar del reloj, bastante tarde por cierto, se incorporó y esperó frente a la puerta la llegada de su joven amigo. El catalán no tardó en arribar. Traía con él una botella de champagne a medio tomar, y Gisela lo dejó entrar encantada. Fueron sus enormes huellas las que más destacaron esta mañana, del mismo modo que fue en aquella ocasión cuando Laura oyó la segunda puerta al cerrarse. Pero en este momento, ya casi al alba, mientras los dos jóvenes bebían el champagne y charlaban, se presentó un inconveniente. Alguien golpeaba furtivo la ventana. Los chicos se acercaron tímidamente, para descubrir que el intruso no era otro que Miguel, el amigo deportista de Mercedes.

Cuando la Nona dijo la palabra “amigo”, cuatro de las chicas rieron a unísono, mientras que Mercedes adquiría el color de una supernova. La Nona se sumó a las burlas a su manera, dejando que sus profundísimos ojos reprocharan dulcemente a la joven, y luego siguió hablando.

- Miguel entró escalando como una cabra por la ventana, sin darse cuenta que sus botas embarraban todo el suelo. Mientras dejaba que los dos muchachos se conocieran, Gisela fue a despertar a Mercedes. Miguel venía a invitar a su amiga a que lo acompañara en una travesía matinal por las laderas no pisadas de la montaña, convite este que una Mercedes aún dormida desdeño por completo. Pero quién no desdeño el champagne y la compañía fue Miguel, por lo que los cuatro se quedaron largo rato charlando y tomando. Los chicos salieron por la ventana acuciados por los primeros rayos de sol. Antes de dormir, las dos chicas se entendieron, y para cubrirse mutuamente, optaron por llevar todos los indicios a Luis, que sabían era un chico bien conocido por el grupo, razón por la que, de ser indicado como el culpable de la intrusión, se llevaría el menor de los retos. El novio de Vea también se presentaba como el sospechoso por excelencia, eso debo decirlo. Pero al fraguar su plan a tanta velocidad, Gisela y Mercedes olvidaron algunos detalles, que las pusieron en evidencia. Gisela, en su idilio y distraída, puede haber pasado por alto las frutas desperdigadas, pero Mercedes tiene que haberlas notado, aunque no hizo demasiada alusión a las mismas ni las utilizó para urdir su coartada, temiendo, con toda lógica y teniendo en consideración que desconocía las intrusiones anteriores, que las hubiera consumido el excéntrico catalán y su cómplice antes de que la fueran a despertar a ella.

Cuando Ida comenzó a descubrir los indicios que las habían llevado al fracaso, Gisela dejó escapar una sonrisa, al tiempo que Mercedes aguzó el oído al máximo, interesadísima en conocer sus falencias. Por eso, la Nona la dirigió su mirada principalmente a ella cuando habló.

- En primer lugar, estaba el tema de las huellas bajo la ventana y las cortinas corridas. Todas menos Mercedes coincidieron en que habían cerrado las cortinas antes de dormir. Del mismo modo, confortablemente cobijadas por la calidez del departamento, ninguna atinó a mirar hacia fuera, donde aún en la mañana, quedaban las huellas de los jóvenes intrusos. La manía del orden que compartimos con Vea, también me ayudó un poco. Tal vez por recibir la invitación todavía dormida, Mercedes arrugó y tiró al suelo el ticket habilitante para formar parte de la travesía a la que la invitaba Miguel, para que esta mañana lo encontrara Vea y cándidamente lo desechara. Era lógico que, no siendo ninguna de ustedes muy adepta a esas caminatas por la montaña, y de acuerdo a los perfiles de los chicos que me facilitaron, era este muchacho Miguel, quién aparecía como más idóneo portador de ese ticket. El mismo proceso de descarte, me indicaba que quién había traído el champagne era este muchacho español.

De modo que, hijitas, todas son culpables y así, no puede quedar rencor alguno. Y ahora, preparen una mullida camita para la Nona, que se ha hecho tarde y mañana me vuelvo temprano a la Ciudad.

Las chicas abrazaron a la Nona y se apresuraron a improvisarle, en medio del living-comedor, un cómodo lecho para que durmiera a gusto. Cuando hubieron terminado, se acomodaron las seis como sardinas en el espacio que quedaba libre, para parlotear y contar entre risas las sospechas y las coartadas de cada una. Otra vez, y en esta oportunidad en honor a la Nona, convinieron que nada de salidas ni de chicos. Todas disfrutaban mucho de la charla y cuando Ida declaró que ya era hora de lavarse los dientes y acostarse, obedecieron a regañadientes.

Había pasado más de media hora desde que todas se acostaron y se apagaron las luces. El invierno arrullaba y las chicas comenzaban a dejarse caer en el dulce sopor de Morfeo. Súbitamente, abriéndose paso clandestinamente entre los laberintos de mutismo, llegó a las habitaciones el sonido sutil de una puerta al abrirse, y el susurro de una garganta grave, el murmullo apagado de una voz masculina. Después, un ligero chinchinear de vidrios.

-¿La Nona? – Pensaron todas entre sueños. – Neeee. Imposible…




Premiación y menciones al dorso.-

viernes, 23 de marzo de 2007

QUIEN METIO AL TIPO

En virtud de la enorme cantidad de respuestas al juego que hemos propuesto, la Honorable Comisión de Notables a la que se le ha encargado el análisis de las hipótesis enviadas, ha solicitado que se le otorgue una breve prórroga a fin de estudiar cada una de las respuestas con el detenimiento que sus autores se merecen.

Asimísmo, y en consideración a que las hipótesis han sido enviadas por nuestros lectores de todo el mundo, los traductores contratados para vertirlas al castellano se han visto literalmente colapsados por la cantidad de mensajes enviados, de modo que la respuesta al enígma y la consecuente premiación del ganador, será dada a conocer al nuestro distinguidísimo público el día 26 de marzo de 2007.

Desde ya agradecemos la masiva participación y la paciencia de los usuarios de waktana blog.

miércoles, 21 de marzo de 2007

HOY LLEGA MISS BEITA

Hoy llega el oso de su luna de miel!!ya se te extrañaba mucho mejor tenerla aca en tierra mendocina!!te quiero...Hoy empezas tu nueva vida!!!a disfrutarla...

viernes, 16 de marzo de 2007

Mercedes impacta en el casamiento de beatriz

Quiero destacar una de las mejores vestidas,su charmed deslumbro,he aqui un ejemplo de lo q se debe usar en una boda al mejor estilo fashion mendocino,realmente impactante.....para uds y con uds MI AMIGA mercedes muñoz....(nota de lector no me subio la foto para mostrar ese infernal vestido pero los que fueron saben y ademas un consejito...APRENDAN!!!!bien ahi mer...

miércoles, 14 de marzo de 2007

Casamiento Bea-Extramuros

Todavia no puedo subir fotos!!!!!!!!!!!!
Al que le interese ver fotos de la "fiesta" le recomiendo ir a:

http://oskymendoza.spaces.live.com

Las anecdotas del casamiento ya vendrán más adelante.

martes, 13 de marzo de 2007

vuelta al foto log

merce pude entrar el problema era q anotaba mal la contraseña ,era una letra mas q la de mi msn,y yo lo ponia igualal del msn!!!asiq aca me tenes de vuelta!!!te amo billy

Para luis correas

Primo q decilusion al ver q en tantas historias q publico en ninguna estoy,la madre de mercedes lilia me lo advirtio y me dijo como puede ser?atonita me quede....muy arriba lo tenia ahora depende de ud...q vuelva a ser el maestro q era para mi....

lunes, 12 de marzo de 2007

Tree House in CALI






Hola a Todos....estas son fotos de mi new house. Sepan que tienen camita en California cuando quieran venir!!!
Lau

jueves, 8 de marzo de 2007

¿QUIEN METIO AL TIPO? 6/7

Capitulo VI
(Exclusivo versión Blog)
Quién permitió entrar al chico fue…

El oscilante sol se afanaba, dibujando en un lienzo de granito fascinantes figuras pintadas con fantásticos naranjas y espectrales amarillos, en un artístico intento por compensar al ser humano de aquellas latitudes por abandonarlo momentáneamente a merced del frío invernal. Ajenos a aquel sublime resarcimiento, los mozos del bar estilo tirolés bogaban confundidos: jamás habían visto una persona que consumiera tan poco y permaneciera tanto tiempo en el local. Tampoco habían tenido nunca un cliente con el que se hubieran encariñado tanto. Durante su extensa estadía en el bar, la Nona no solo había reflexionado sobre el enigma del hombre, sino que se dio tiempo para aconsejar al dueño del negocio en lo referente al ahorro en las compras de insumos, explicar detalladamente a los cocineros recetas con las que lograrían comidas más sabrosas con menos ingredientes, reordenar magistralmente la disposición de las mesas, dejando la estancia más espaciosa y elegante y preparándola a la vez para recibir en la madrugada a quienes, según supo Ida, eran literalmente echados del boliche, toda vez que una estrambótica ley decretaba que este debía cerrar antes de las cinco; y hasta se dio el lujo de deslumbrar a los mozos con técnicas infalibles para obtener excelentes propinas de los clientes más avaros. Aunque, aún tan académicamente instruidos, los mozos fracasaron en su intento de conseguir que la singular señora les dejara alguna gratificación. Después de revolucionar el bar y encantar a sus empleados y parroquianos, la anciana salió lentamente, dejando en su lugar el fantasma de una sonrisa analgésica.

Ni la ráfaga más audaz se hubiera atrevido a intentar atravesar esas pétreas murallas de lana y corderito, de modo que Ida caminó hasta el edificio sin sentir una gota de frío. Llegó al departamento al mismo tiempo que un chico salía de él, corriendo como alma en pena. Era tanta la velocidad que llevaba el pequeño joven, y tan pertrechado para montaña estaba, que la Nona no alcanzó a reconocerlo. De todas maneras, no lo necesitaba: seguramente las chicas la podrían al corriente. Una vez más, no se equivocó. En esta oportunidad, ni siquiera le dieron chance a sacarse sus abrigos, y se abalanzaron todas en tropel a contarle el incidente.

- ¡Era Nicolás, era Nicolás! – Gritaban las chicas, alborotadas como gallinas.

- Si. ¿Vino a llevarse su pulóver, no? – Preguntó Ida sonriente. Y las chicas callaron estupefactas ante esa formidable demostración de clarividencia. Solo Gisela atinó a continuar hablando.

- Ya ve, Nona, el dilema esta resuelto-. Dijo -. Fue él quién entro anoche, y ahora, alertado por Milagros, vino a sacar la evidencia.

- ¡No es así! Para nada – La interrumpió la embarazada. – Como su valija es muy chiquita, yo le traje algo de ropa en la mía. Claro, por que cuando nos casamos nadie nos regaló ninguna valija decente, y nos tuvimos que comprar las más baratas. Con el casamiento que hicimos, todo tan prolijo, tan elegante, pero así es la gente, uno…

- ¿Como supiste a que había venido, Nona? – Irrumpió Vea naturalmente, como si nadie hubiera estado hablando. Milagros, esta vez no protestó, interesada como estaba en la respuesta de la anciana.

- Noté ese suéter esta mañana en el cuarto de Milagros, sobre su valija. Y como esa prenda no le sentaría a ella con esa linda barriguita que tan bien lleva, deduje que era de su marido-. Explicó Ida.

- ¿Se dan cuenta chicas? -. Sonó desafiante la voz de Milagros.

- Si, conforme -. Razonó Mercedes. – Pero si la Nona lo vio esta mañana, es probable que el Nico se lo haya dejado acá anoche….

- ¡Eso es imposible! – Se indignó Milagros, y la discusión amenazaba con arreciar, cuando la Nona puso un punto final.

- Tranquilas chicas, yo ya se quién fue la que metió al muchacho anoche. Preparemos algo de comer, que tenemos que reponer fuerzas después de un día tan emocionante. Mientras comamos, prometo resolver el enigma.

La palabra de Ida no dejaba lugar a réplica, de modo que todas se avocaron a la preparación de la comida, guiadas siempre por las directivas profesionales de la anciana. La comida transcurrió en paz, y hasta con risas, aunque en el ambiente se olía la tensión, como se huele la lluvia en Mendoza. Cuando hubieron terminado, la Nona habló.

- La que dejó entrar a un muchacho fue….- Hizo una pausa que disfrutó tanto como aquellas deliciosas tartas que los médicos le habían prohibido. Como una experta cuenta cuentos, permitió que la expectativa creciera hasta el límite de lo tolerable para terminar la frase.

- Quién permitió entrar al chico fue…..

Que divina costilla!


Para homenajear a las mujeres en su día nada mejor que despertarse con un nacimiento. Esta madrugada me despertó la reina de la Samuela haciendo la más magnífica demostración de los atributos femeninos.


Me hizó abuela de 5 divinos cachorritos!!!!!!!!! Gracias Samu y... Felicidades a todas las mujeres en su día.

miércoles, 7 de marzo de 2007

¿QUIEN METIO AL TIPO? 5/7

Capitulo V
(Exclusivo versión Blog)
Los hombres

A pesar de la baja temperatura, la joven sudaba copiosamente, y las lágrimas, coronando como crema sus ojos café, le dificultaban la labor de repasar la planilla por enésima vez. Esperando un milagro, volvió a contar a los pasajeros: veintiocho, veintinueve, treinta... ¡Seguía faltando uno! Se maldijo mil veces por haber tomado ese empleo. Trabajar con ancianos, pasear jubilados; que placer, que labor tan tranquila, había pensado. ¡Que ingenua, que ilusa! Era su segunda semana en la agencia, y ya se le había extraviado una señora. La iban a despedir. Que decía despedir...¡la descuartizarían, la demandarían, iría presa! Sopesó la posibilidad de huir, de irse lejos y dejarle el problema al apático chofer del colectivo. Pensó en su novio, en mandarle algún mensaje desde su lejano escondite. Entre nostálgicas lágrimas, se imaginaba a su familia preocupada por su paradero, a su madre rezándole al Gauchito Gil; cuando escuchó el susurro a sus espaldas.

- Pssst...Hijita. Querida. Si, si, detrás de ti. Ven. – Era Ida, la pasajera faltante. El alma de la coordinadora volvió instantáneamente desde su recógnito exilio, y se tuvo que contener para no estrangular a la anciana, que haciendo gala de la más cruel de las ironías, le sonreía detrás de unos galácticos lentes de sol. Cuando la extravagante señora le dijo que no continuaría el recorrido a las aguas termales para quedarse ahí, en el Centro de esquí, la joven casi se infarta. Después de una hercúlea discusión, la Nona Ida tuvo que llenar y firmar cientos de formas antes de que se le permitiera quedarse. Inclusive fue obligada a telefonear a la agencia para explicar su decisión.

- Peor que en el jardín de infantes-. Pensó Ida cuando una tostada nube tóxica cortó como una katana el cielo impecable, anunciando la partida del colectivo.

Desembarazada de aquellos guías que más bien parecían sus carceleros, la Nona eligió un pintoresco barcito ornado con estilo tirolés, donde, después de repasar varias veces la carta, pidió el café más barato. Comenzó a tomarlo dando sorbitos ínfimos. Tenía toda la tarde por delante para meditar y disfrutar del paisaje, y no estaba en sus planes gastar más dinero en ese lugar. Había permitido que las chicas salieran a disfrutar del día, declarando cual el genial Lupin de Leblanc, que para las diez de la noche tendría resuelto el enigma del hombre. Antes de dejar marchar a las jóvenes, les pidió amablemente una breve descripción de sus respectivos chicos, y eso era lo que tenía pensado repasar, una vez que encontrara sus lentes de aumento, que debían estar perdidos entre los innumerables abrigos. Puestas las gafas, comenzó el reconocimiento de la lista que, redactada por Mercedes bajo la vigilante mirada de las demás, rezaba algo más o menos así:

Milagros esta casada con Nicolás, y por una cuestión de presupuesto, ella se instaló con nosotras, mientras su marido logró pencarse en el departamento de un tío lejano. Nicolás es un chico de contrastes. De baja estatura, su apariencia es más bien de persona tranquila, mostrando un rostro de niño escondido detrás de sendos anteojos, pero su interior es bastante bullicioso. Habla mucho y de cualquier cosa, y jamás lo he visto desestimar comida y mucho menos un trago. Ni hablar de champagne. Aunque a veces se queja, a Milagros la cuida afanosamente. Tiene a su vez, costumbres algo extrañas y es capaz, por ejemplo, de irse solo durante una semana a otra Provincia, para cazar venados de poca asta. Marido devoto, y charlatán empedernido.

Laura se casó con José, el padre de Federica, y después de una breve separación, están actualmente en franca reconciliación. José es tal vez, la única persona de este lado del atlántico capaz de hablar más que Nicolás. Hombre muy teórico y amante de la tecnología, es también muy apegado a prestarse o más bien entregarse a realizar los mandados o las tareas más inverosímiles. Su modo de hacer las cosas, si bien es efectivo, es de lo más complicado, dándose maña siempre para encontrar el camino más largo entre dos puntos. Acá, en el Centro de Esquí, está instalado con la hermana y su familia. Muy bien posicionado económicamente, es amante de hacer regalos caros y faustuosos. Gusta de la buena música, y sobre todo del rock, siendo un gran conocedor del tema. También, como buen mendocino, es un gran bebedor.

Poco se puede decir del chico de Gisela. En realidad, se trata de un joven catalán que conoció en este mismo lugar. Cuando digo joven, me refiero a un chico de unos veinte años. Alto, buen mozo, y acaudalado, no tenemos una idea precisa de con quién está ni adonde para. Tampoco podría especificar si es o no aficionado a tomar champagne o cualquier otra bebida alcohólica, aunque sí lo hemos visto fumando.

Luis es el eterno novio de Vea. Amiguero hasta el límite, esta alojado, o más bien hacinado, en un departamento pequeño con seis chicos más. Es una persona de esas que disfrutan la música, los boliches, y por supuesto, las bebidas. En general no es muy hablador, pero esa cualidad se da vuelta como una media de lana cuando ha ingerido alcohol, momento este en que al petiso le salen palabras hasta de las zapatillas. Salvo cuando esta de fiesta con sus amigos, su carácter es más bien tímido y taciturno, prefiriendo entonces estar solo y pensar en vaya a saber que estupideces.

A Miguel lo conozco desde hace unos meses. Como ya apunté, no lo podría catalogar como novio, ni como ninguna otra cosa. Nos llevamos muy bien, pero a veces nuestras metas y gustos difieren como el asfalto y el rocío. Es amante del deporte, escala, navega en kayak, hace snowboard y realiza todo ese tipo de deportes de los denominados “de riesgo”. Siempre anda corto de efectivo, por lo que ni siquiera esta alojado en el Centro de Esquí propiamente dicho, sino en unas cabañas para instructores emplazadas un par de kilómetros más arriba. Toma alcohol y toma mucho, pero prefiriendo siempre bebidas modestas y baratas. No fuma. Tampoco puede evitar contar una anécdota de montaña cada vez que tiene algún oído cerca.
Proximamente, capítulo seis: "Quién permitió entrar al chico fue..."

martes, 6 de marzo de 2007

¿QUIEN METIO AL TIPO? 4/7

Capitulo IV
(exclusivo versión Blog)
Vea y Merce

Aunque las chicas habían abierto una ventana y se encaramaban al marco para fumar, el olor áspero del tabaco flotó hasta el improvisado despacho de Ida. Al percibir el desgraciadamente conocido aroma, la mujer, que esperaba a Vea, no pudo evitar reflexionar sobre la marcada tendencia autodestructiva de la generación de las chicas. Le sorprendía esa voluntad de lucha del ser contra sí mismo, aunque sobre todo, la anciana se maravillaba tenebrosamente de la habilidad con que la generación anterior, aquella que se encontraba entre la suya propia y la de sus nietas, inducía a estás últimas a maltratarse así. Claro que con todos esos medios de comunicación a su alcance, manipular la mente de los chicos era cosa sencilla, y ahora con Internet; pero…La puerta entreabierta del cuarto casi se sale de sus goznes por el ímpetu con el que la menuda chica ingresó, sacando a Ida de sus meditaciones, y por poco de este mundo mortal, tal fue el susto que le produjo aquel ingreso triunfal.

La actitud de Vea era chabacana y portaba una sonrisa de oreja a oreja. El asunto del hombre no parecía afectarla tanto, aunque si se le notaba una aguda molestia provocada por la imposibilidad de limpiar al fondo el departamento para evitar así, borrar alguna pista. La misma Nona compartía esa inquietud, de modo que antes de ir al meollo del asunto, se consolaron mutuamente por no poder librarse al éxtasis que les producía manipular la escoba, el lampazo, el repasador y el detergente. Después de este momento de relax, cuando las dos mujeres se sentaron frente a frente y sus miradas se encontraron, el ambiente vibró, cargado de furiosas partículas eléctricas. El exterior de ambas era suave y terso como una almohada mullida, pero el aire de mando que despegaba como un jet de sus ojos, era formidable, avasallador, y chocaba. De cualquier manera, la charla se desarrolló en la más fina armonía y con diplomacia digna de la Reina Madre.

- No se – comenzó diciendo Vea sin que le preguntaran -, alguna de las chicas metió un chico, ya esta. Yo no fui, pero la verdad, tampoco tengo idea de quién puede haber sido. Ja, ja, ja, ja, por la cantidad de botellas que se han despachado, seguramente la pasaron muy bien –. Hablaba a los gritos y gesticulaba con las manos. Ida se dio cuenta que aquella interlocutora sería complicada. Sin duda se trataba de una de esas personas capaces de ocultar sus pensamientos a los interrogadores más preparados. La anciana desvió el rumbo de la charla.

- ¿Eres de dormir muy profundamente? – Cuestionó.

- Sinceramente, duermo como un tronco, no me despierto con nada. Y menos anoche, con todo el vino y el fernet que habíamos tomado. Dormí toda la noche como una beba, sin escuchar nada de nada -. A Ida le pareció que las ojeras de su interlocutora la traicionaban, pero optó por seguir preguntando.

-Aja. De modo que no tienes la menor idea de quién puede haber metido un hombre-.

- La verdad, no. Seguro que no fue Laura, por que ella estaba cuidando a la Fede. Además, de haber sido ella, me lo hubiera contado apenas se despertó. Es mi hermana del alma. Bah, en realidad, todas las que están acá son mis hermanas, pero Laura, además es mi hermana de sangre. Del resto de las chicas, puede haber sido cualquiera, todas tenían sus curritos cerca, ja, ja -. La risotada estremeció la lámpara que colgaba del techo. La Nona volvió a preguntar.

- Dices que tomaron mucho. ¿Se acabaron completamente el fernet antes de ir a acostarse?

- ¿Que si lo tomamos todo? ¡Claro! Si nos acostamos re contra mareadas. Creo que si hubiera quedado algo de fernet en la botella, hubiéramos seguido charlando y muriéndonos de risa un rato más. Seguro que nos lo tomamos hasta la última gota. No quedaron ni los hielos-. La chica sonrió cómplice.

- Está bien. ¿Y la fruta? ¿Ese fue el postre? – Inquirió la Nona distraídamente.

- Definitivamente no. De eso estoy segura, no teníamos una sola fruta en todo el departamento. Además, yo no me podría haber ido a acostar viendo todas esas cáscaras y restos desparramados. Que asco.

- Lógico-. Exclamó Ida maquinalmente. – Si eres tan amable, has pasar a Mercedes por favor-, prosiguió.

- ¡Merce! ¡Vení! – Gritó Vea a todo pulmón, y mientras los vidrios de todo el departamento luchaban por no reventar a causa de las furiosas vibraciones acústicas, dejó el cuarto. Mientras llamaba a Mercedes, seguramente guiada por su instinto, Vea recogió del suelo un bollo de papel, único desperdicio que había quedado en el suelo además de los restos de fruta. Al ver el desperdicio, Vea pareció transformarse, e inmediatamente comenzó a retar iracundamente a sus amigas por tirar basura, pero cuando estaba tirándolo en el tacho, leyó en del dorso del panfleto que se trataba de un ticket que acreditaba a su portador para realizar una travesía a pie por la montaña. Entonces se suavizó de golpe y olvidando su furia, irrumpió en un ataque de risa. Solo imaginarse a alguna de sus amigas escalando la montaña calzada con raquetas en los pies, le resultaba comiquísimo y por supuesto, disipaba su enojo. La joven, como una tormenta de verano, era capaz de irrumpir en incontenible furia en cuestión de segundos, para mutar en un copo de algodón perfumado inmediatamente después.

Mercedes entró rápidamente. Era imposible dejar de notar que todo ese asunto del misterio la emocionaba hasta el éxtasis. La Nona tuvo certeza de que si ella no hubiera llegado, sería Mercedes quién hubiera tomado las riendas de la investigación. La chica se sentó solemnemente, y sonriendo una sonrisa a lo Da Vinci, mezcla de nervios y sinceridad, esperó que se la interrogue. Cuando la anciana la alentó a que contara los hechos a su manera, pareció un poco desalentada. Seguro esperaba preguntas punzantes y concisas. Pensó muy bien antes de comenzar.

- El tema es así Nona. Habíamos convenido que nada de chicos. Anoche nos fuimos todas a acostar, y cuando nos levantamos hoy, había signos claros de que había entrado un hombre. Usted los vio: Las huellas en la entrada y bajo la ventana, la botella de champagne, las frutas y algunas otras pistas que las demás no han advertido. Si usted se fija, en el equipo de música amaneció un compact disk diferente al que nosotras habíamos escuchado durante la noche. No estaba el de los boleros, sino uno de Arbol, que es una banda de rock nacional. Muy buena por cierto. Y no solo eso, sino que además, hoy al amanecer, el cenicero estaba lleno de colillas, cuando, como le contamos a usted más temprano, lo habíamos vaciado y lavado antes de irnos a la cama. En cuanto a la forma en que trajeron al chico, no hay duda, lo invitaron con un mensaje de texto desde el celular.

- Excelentes apreciaciones, nena-. La alentó Ida. – También las cortinas de la ventana, me dijeron que ustedes las habían cerrado, pero esta mañana se encontraban descorridas. – Agregó la anciana.

- Ah. Si, si, las cortinas. Pero no estoy segura de eso. De noche es probable que no nos hayamos percatado de cerrarlas. Como afuera estaba tan oscuro. No se, la verdad, eso es bastante difuso.

- Aja. ¿Y tienes alguna teoría con que ilustrarme?

- Bien. Todavía no formulo una hipótesis firme, aunque si tengo sospechas bastante fundadas. Le explico. Comencé por descarte. Laura y Milagros, no creo que hayan sido, por que en sus respectivos estados no es tan probable que se tentaran con el alcohol. Milagros tendría que ser descartada de plano por que no puede tomar prácticamente nada. Por otro lado, Gisela durmió en la misma cama que yo, y no sentí que se levantara en toda la noche -. Se detuvo pensativa, pero cuando la anciana abrió la boca para hacer una pregunta, prosiguió rauda.

- Eso nos deja a Vea y a mi como principales sospechosas -. La Nona sonrió internamente; sabía de antemano que esa chica tan aguda, a diferencia de otras, se haría cargo de que ella también era sospechosa. Mercedes retomó.

– Podría haber sido yo perfectamente, me gusta el champagne, me gusta Arbol, fumo y tengo un amigo, como todas las demás, parando acá en el Centro. Pero no puedo haber sido yo, ¿sabe por que? El chico con el que estoy saliendo...- Pausa-. Bueno, saliendo es una forma de decir. No se si se le puede decir saliendo, sería más bien...no. No se. El tema es que este chico, Miguel, es montañista, muy deportista, y su forma de ver el mundo es, ¿Cómo podría explicarle? Algo marxista. No creo que haya tomado champagne jamás, de modo que nunca podría haber traído un champagne. Un vino, un tetra tal vez, cerveza seguramente, pero jamás un champagne. Por que esa bebida la trajeron durante la noche, eso es un hecho. Nosotras no habíamos comprado más que vino y fernet, como le ya le habrán apuntado mis amigas, supongo. Además, y dejé que le diga que esto casi permite descartarme de plano como sospechosa, Miguel no tiene celular, de modo que yo no tenía ninguna forma de comunicarme con él.

La Nona escuchaba con atención. – Entonces, a tu criterio fue Vea -. Dijo.

- Como le digo, Ida. Es una hipótesis solamente y le falta madurar. A primera vista, me da esa sensación, pero preferiría no acusar a nadie hasta haber meditado completamente el asunto, usted comprenderá.

- Claro, hijita, claro. Ven, salgamos un poco para refrescar las neuronas.



Proximamente, capitulo cinco: "Los hombres".

lunes, 5 de marzo de 2007

QUIEN METIO AL TIPO 3/7

Capitulo III
(Exclusivo versión Blog)
Curiosas declaraciones

Gisela ya estaba completamente lista para esquiar, y si no llevaba puestas inclusive sus ultramodernas botas, era solo por respeto al piso del departamento. Entró despreocupada y con paso firme. Como explicó a la Nona apenas esta le dio la venia para contar su versión, no alcanzaba a comprender la gravedad de lo ocurrido. Si, estaba completamente de acuerdo con que había entrado un chico la noche anterior, los indicios eran elocuentes, pero no creía que eso tuviera mucho de malo. Negaba haber sido ella la culpable, pero de ninguna manera se sentía agraviada por el hecho.

- Por supuesto que no lo consiento – dijo, hablando a una velocidad y tono que no condecían con la tranquilidad de su paso y su mirada -, habíamos quedado en que nada de chicos. Pero bueno, tampoco es para armar tanto alboroto, a fin de cuentas, el paso del hombre fue tan fugaz, que nadie se despertó. Ni siquiera la bebe. Además, como le contamos más temprano, Ida, tampoco es que quedó un desastre por la mañana. Algunas frutas desparramadas, sí, también esas botellas vacías, y varias colillas en el cenicero. Nada más, de eso estoy segura. Ah, si, si, las pisadas. Pero se borran en dos minutos con un lampazo. Así que no es para hacerse tanta mala sangre…Por que si el chico hubiera hecho un escándalo y no nos hubiera dejado dormir sería otra cosa. Mi idea era esquiar todo el día de hoy. Y ahora, con todo esto, estamos perdiendo precioso tiempo de esquí. No tanto por mí, ¿sabe? Yo paso todo el invierno acá arriba, pero yo lo digo por las chicas, que no tienen tanto tiempo para esquiar.

- Aja. ¿Y tienes alguna sospecha de quién puede haber sido? -. Preguntó Ida, quién se había tenido que concentrar al máximo para entender la respuesta, a causa de la vertiginosa velocidad con la que la agnóstica había monologado.

- Mire Nona, la verdad que no. Son las chicas, son mis amigas. Lo único que puedo decirle, es que yo dormía en la cama de dos plazas con Mercedes y no me percaté de que ella se levantara en ningún momento. Nunca la sentí salir de la cama. Y eso que yo tengo un sueño sumamente ligero. Pero por otro lado, sí me pareció escuchar que se corrían las frazadas del sillón cama donde estaba Vea. Ella es terriblemente friolenta, de suerte que se había tapado con todo lo que encontró, así que levantarse le costaba su esfuerzo. Lógico, con tantas frazadas tan pesadas....Además, aunque esto se lo digo solo como una curiosidad, sin que signifique nada, al novio de Vea, a Luis, le encanta el champagne. Bah, en realidad, le gusta cualquier cosa que lo aturda. Y Luis esta alojado con algunos amigos en un Hotel cercano a este. Los conozco a los amigos, buenos chicos, algo bobos. Pero que quede claro que esto no es más que una anécdota, por favor. Como le digo, en lo personal, yo le resto toda importancia al asunto. No es nada, lo importante es ir a esquiar antes que se nuble. Eso importa.

La Nona entendió que por el momento no había más que preguntar y salió del cuarto junto a la agnóstica. Preparó un exquisito desayuno para todas, y mientras lo hacía, se sorprendió de lo bien aprovisionadas que estaban las chicas. Tenían de todo y más. Tal era la cantidad de mercadería que a ella, apegada por gusto y convicción a una vida relativamente austera, le resultó chocante. Guiada por alguna morbosa curiosidad, miró dentro del tacho de basura. Tembló ante la cantidad de productos desechados tan prematuramente, cuando aún tenían mucho por rendir, y deseó con el alma no haber tenido puestos sus lentes de aumento, cuando notó, pegado en la caja desechada, el precio exorbitante que se había pagado por un chupete. Decidida a pasarla bien gratuitamente, salió a dar un paseo al aire libre. Mientras andaba con su audaz paso cansino, proporcionaba un verdadero placer a quienes la veían, enfundada en decenas de abrigos de principios del siglo pasado, pero protegidos sus omnipotentes ojos por las más modernas gafas oscuras, que había tomado prestadas de una de las chicas. Rumiando satisfacción, recorrió el perímetro del edificio en cuya planta baja estaba el departamento, y al tiempo que esquivaba con quelonios movimientos a varios esquiadores principiantes que culminaban su travesía rodando hasta la base, digería como una computadora todo lo que sus ojos aprehendían. Media hora anduvo, permitiendo que el sol le cincelara los pocos espacios de piel que no estaban cubiertos de ropa, y regresó. Había dejado a las chicas en el departamento, entre quejas de quienes querían salir a esquiar y asentimientos de aquellas que solo esperaban saber quién había sido la culpable. Donde las había dejado, las encontró, como no podía ser de otra manera, tanto más cuanto que la llave de la puerta cerrada del departamento dormitaba, al son de los pasos pausados, en el bolsillo del segundo abrigo de Ida. Calentita y a gusto dentro del departamento, la anciana continuó con la pesquisa. Esta vez le tocó el turno de hablar a Laura.

Cuando Laura ingresó a la improvisada oficina, la Nona la esperaba sonriente. Cualquiera diría que en ese momento ya tenía completa certeza de lo que había ocurrido la noche anterior. Fiel a su método, la señora dejó que la chica se explayara a su gusto.

- La verdad Nona, no tengo idea de quién puede haber sido. En realidad, todas son sospechosas. Usted sabe lo que les gusta la fiesta a las chicas -.Sentenció Laura, sin siquiera molestarse en negar su culpa, como si esa posibilidad estuviera descartada de antemano por todo el mundo. Continuó.

- Yo escuché muchos ruidos durante la noche. Como siempre duermo con un ojo abierto por la Fede... La puerta de entrada se cerró por lo menos dos veces, y además, me parece que en algún momento, que no sería capaz de precisar, oí el rechinar de la ventana al abrirse. Del mismo modo, me pareció escuchar más de una vez el sonido de un celular al sonar. Estoy segura también, que Milagros se levantó durante la noche, pero seguramente fue al baño, por que no me pareció mucho el tiempo que tardó en volver -. Se detuvo, inhaló tímidamente, y al ver que la Nona no decía nada, tal vez incómoda por el momentáneo silencio, continuó.

- Igual Nona, ¿que le vamos a hacer? Las chicas son jóvenes, y seguramente se querían divertir. Yo les pedí que no trajeran a nadie por Federica, ¿entiende, no? pero siempre supe que no todos somos tan responsables, así que no tuve mucha esperanza de que respetaran mi pedido. Lo que sí, me parece muy pero muy desagradable que ninguna se quiera hacer cargo. Uno debe aceptar sus errores, es un deber moral. Estamos en confianza, y estoy segura de que si la culpable se muestra avergonzada, todas la sabremos perdonar.

- Claro, claro -. Expresó amablemente Ida.

- Y también me pone mal el hecho de no saber que han estado haciendo, porque además de esa botella de champagne vacía, la botella de fernet también amaneció sin contenido, cuando yo estoy segura de que la habíamos dejado a la mitad antes de irnos a acostar. – Laura levantó una mano posándola teatralmente sobre su frente - ¡Y todas esas cáscaras de frutas tiradas en el suelo y sobre la mesa! Nosotras no comimos fruta, y además no solo habían cáscaras, sino también muchas frutas laceradas. Asqueroso; esas naranjas desgajadas bestialmente, las semillas desparramadas y el olor a cítrico que impregnó el ambiente. Todo eso, el cenicero lleno, las botellas vacías; una imagen repugnante. No se que pensar, mire, no se qué pensar. No quiero ni imaginarme lo que se ha hecho en el mismo lugar donde dormía mi hijita. - Laura se alteraba más y más. – Yo tendría que haberlas controlado, siendo la más madura, pero sumida en el cuidado de mi hija... – Laura dejó escapar un suspiro prolongado, seguido de un sollozo telenovelesco, y la Nona decidió que ese interrogatorio no daba para más.

Palmeó a la lacrimosa joven en el hombro y mandó llamar a Vea.
Proximamente, Capitulo IV: Vea y Merce

jueves, 1 de marzo de 2007

¿QUIEN METIO AL TIPO? 2/7

Capitulo II
(Exclusivo versión Blog)
¡Se zarparon!
La luz matinal mostraba a la montaña en toda su magnificencia, y el ensordecedor griterío que emitían los niños que se deslizaban como bólidos en trineos de plástico por las laderas menos empinadas, no estaba a la altura de los frenéticos aullidos que inundaban el interior del departamento de dos ambientes.
- ¡Acá estuvo un chico! – Bramaba una.
- Metieron a alguien, se zarparon – sentenciaban por ahí. .
-¡Son unas desubicadas! ¿Quién fue? – Se exaltaba otra. Y así, desfilaban al unísono, decenas y centenas de frases similares. Las cinco chicas se mostraban escandalizadas y furiosas, y no dejaban de observar los inequívocos indicios de intrusión masculina, al mismo tiempo que se miraban unas a otras suspicazmente.

Y fue en medio de aquella atronadora discusión, justo antes de que los gritos se materializaran en algún tipo de agresión más palpable, cuando la providencia optó por mostrar su rostro esquivo. Sonó la puerta, y detrás de su cuerpo de madera remachada, al mejor estilo salvador de Mary Poppins, apareció frente a la estupefacta mirada de todas, la imagen estoica de la Nona Ida. ¡La Nona Ida! Ese prodigio de inteligencia y sentido común, ese compacto en envase antiguo de sabiduría y perspicacia fuera de este mundo, ese ser de voluntad sin límites y sagacidad a toda prueba; esa persona singular, que no tenía nada que hacer en la montaña, estaba ahí, y había llegado en el momento exacto. Las peleas y los gritos se apagaron como fuego en el vacío, y ya a nadie se le ocurrió otra cosa que enterrar a la recién llegada bajó un alud de interrogantes, intentando descifrar cual fue el misterioso designio que hizo que se presentara en aquel que para ella, era el más estrambótico lugar.

La Nona Ida silenció a las curiosas con una mirada calma, y sin abandonar su característica sonrisa sedante, las saludó una por una, mientras se sacaba parsimoniosamente las toneladas de abrigo que llevaba encima. Cinco minutos después, cuando colgó su bufanda tejida a mano en el perchero, explicó que estaba de paso en el Centro de esquí, como parte de un contingente de jubilados que iban a desentumecer sus huesos en las aguas termales de Puente del Inca; y que sabiendo que ellas estaban ahí, decidió pasar a visitarlas. Nadie se molestó en preguntarle como supo que ellas paraban en ese departamento: ella lo sabía todo. Y como todo lo notaba, la sensitiva mujer se dio cuenta al instante del aire alborotado que vagaba en el ambiente. Preguntó. Las chicas le explicaron el dilema, e inmediatamente, se precipitó al exterior el alma dinámica de la Señora. En primer lugar, pidió que entre todas, y a modo de careo, le contaran con detalle todo lo que hicieron antes de ir a acostarse. Escuchó con atención todo lo que las chicas se atolondraron en decirle, como y que comieron, que tenían puesto, que disposición tenían las cosas, que objetos se ordenaron después de comer, y en fin, todos los datos que las sospechosas tuvieron a bien aportar. Luego, con cuatro movimientos certeros, improvisó una oficina en uno de los dormitorios, y emulando al mítico Poirot, hizo que las chicas pasaran una por una para contarle su versión de los hechos.

La primera en ser interrogada fue la grávida Milagros. La Nona Ida no era partidaria de las preguntas concisas, sino que prefería dejar hablar libremente a su interlocutor. Pero rápidamente se percató que en ese caso, esta modalidad de interrogatorio amenazaba con tornarse altamente engorrosa. La chica hablaba, hablaba, se quejaba, se quejaba y no decía nada. Entonces la expresiva palma de la mano de la Nona se irguió, y su boca habló.

- Cuéntame por que crees que anoche entró un chico -. Ordenó cortésmente.

- Estoy completamente segura. ¡Que descaro! Y yo embarazada. Las chicas son unas egoístas, en mi estado, con esta panza, a tan poco de...-. Los ojos de la Señora exigieron concretar, y la chica obedeció, aplastada por esa voluntad de hierro. – No me podía dormir, con el cambio de clima me dolía todo el cuerpo – explicó Milagros -. Además no sabe lo complicado que es dormir boca arriba y sobre todo en esa camita tan incómoda que me ha tocado. Más bien, en la camita que me obligaron a usar. A mí. Justamente estando de ocho meses, lo que tendrían que haber hecho era dejarme el som... -. Una nueva mirada de Ida cortó en seco el parloteo y demandó ir al grano.

- Decía que no podía dormir. Entonces, ya tarde, aunque no podría precisar la hora, comencé a sentir ruidos que venían del living comedor. Escuché claramente la puerta que se cerró y voces graves. Voces de hombre. De hombre. Hasta llegó a mí el golpe seco que hace una botella de champagne al ser destapada. Para no incomodar a nadie, decidí quedarme acostada. Observe usted que buen gesto, que acto sacrificado de mi parte, quedarme quietita, sin chistar, cuando estoy tan cerca del parto, y no ponerme a gritar como cualquiera en mi situación hubiera hecho. Solamente rogué a Dios estar soñando. Pero esta mañana al despertar ¡Ay!, corroboré mis sospechas. ¡Usted lo vio con sus propios ojos, Nona! Pisadas enormes de hombre, seguro de hombre, en la entrada, bajo la ventana, por todos lados. Y la botella de champagne vacía tirada sobre la mesa. Vaya Dios a saber que ocurrió...Que desfachatez, que falta de...-.

- ¿Viste si Laurita dormía? – Cortó en seco la anciana.

- Mire Ida, como usted sabe, después de este escándalo yo no puedo poner las manos en el fuego por nadie, pero aunque la pieza estaba a oscuras, pese a que yo había pedido expresamente que me dejaran una luz prendida, intuyo que...Pero, figúrese usted , en mi estado, con lo delicada que estoy. ¿Y si me tropiezo en la oscuridad? Pero no, no quisieron dejarme una luz prendida, claro, total, la que esta por parir soy yo, no ellas, porque...- Enésima mirada de reproche, y Milagros retomó-. Bueno, es decir, le decía que no, en ningún momento me pareció que Laura se levantara, al menos no la escuché. Si creo que, temprano, al poco tiempo de haberme acostado, sentí el quejido de la bebita. Pero como le decía, después de la angustia que me han hecho pasar, yo...

- Momento, hijita, momento. Mantente, tranquila. ¿Fumas?

- Ya quisiera yo, Nona. Pero ni eso puedo. Antes, si, pero con el embarazo...Con lo bien que me vendría un cigarrillo para calmar esta ansiedad que tengo, mire. ¡Si yo no tendría que haber venido! Ayer mismo les decía a las chicas, que si subí fue solo por no quedarme sola en casa...Por que mi marido insistió; no sabe como insistió con esto de la nieve. Día y noche, dale con esquiar, dale con Penitentes. Por no quedarnos, subimos. Igual, para lo que tengo que hacer acá. Sentarme. Sentarme sola y mirar como las demás se divierten, eso sí, por que todas se van a hacer sus cosas, ¿y yo? Que hay de...

- Anda Mili, y por favor, dile a Gisela que venga -. Se apresuró a terminar con el torrente de quejas la Nona. Aunque se arrepintió de golpe, he hizo una última pregunta, distraídamente, como al pasar.

- ¿Qué comieron de postre?

-¿Cómo? ¿Postre?-. Se aturdió Milagros-. Mire con todo esto que me han hecho sufrir, con la impresión que me he llevado, no sabría decirle...Eh...Creo que las chicas comieron frutas, no lo sé. A mi las frutas no me gustan, en realidad, si me gustan, pero me producen gases, o más bien, me hacen doler la cabeza. Si, eso, terribles jaquecas. Es por el embarazo tan complicado, tenga en cuenta que mi departamento tiene una ventana que da a.....

- Milagros, avisa a Gisela -. Sonó lacónica la voz de la Señora.
Proximamente, capítulo tres: Curiosas declaraciones