viernes, 30 de noviembre de 2007

Mendolandia te cuida, vos tambien cuidate!!!

Cerca de 1,7 millones de personas tienen VIH en América Latina y se estima que las dos terceras partes de ellas viven en Brasil, México, Argentina y Colombia, reveló hoy el informe del organismo de Naciones Unidas para la lucha contra el SIDA El informe destacó que la infección por VIH dejó de ser una enfermedad potencialmente mortal, para transformarse en una enfermedad de carácter crónica.
Eso obedece al descubrimiento y desarrollo de nuevos medicamentos que combinados, permiten mantener una baja carga de virus en el organismo, evitando el deterioro del sistema inmunológico del paciente y por consiguiente su riesgo de muerte.
Los datos que maneja el Ministerio de Salud de la Nación indican que en el país hay cerca de 30 mil casos reportados de Sida y más de 120 mil personas están infectadas con el VIH.

El análisis de VIH es confidencial, rápido, simple y gratuito en todos los hospitales públicos.Un resultado positivo significa:
Que se encuentran anticuerpos del HIV en tu sangre. Que tenés el virus de HIV. No significa que tengas SIDA. Que podés infectar a otra persona si mantenés relaciones sexuales sin protección (sin preservativo) o por contacto directo de sangre con sangre. Que debés protegerte siempre en tus relaciones sexuales para no correr riesgo de re-infección. Esto significa que debés evitar que el HIV vuelva a ingresar en tu organismo, ya que eso aumenta la posibilidad de contraer SIDA. Que podrás continuar con tus actividades cotidianas. Que en caso de quedar embarazada y no recibir la atención médica adecuada, podés transmitir el virus a tu bebe antes de nacer, durante el parto o al darle de mamar. En caso de no recibir atención médica en el embarazo o en el momento del parto, uno de cada tres bebes que nacen de una mujer infectada puede desarrollar SIDA.
Un resultado negativo significa:
Que no se encontraron anticuerpos al HIV en tu sangre. Para estar seguro del resultado de tu análisis debés esperar 3 meses después de la situación en la que pudiste haberte infectado. Siempre se recomienda hacer dos análisis para mayor seguridad en el caso del negativo.
Cualquiera sea su resultado
No tengas relaciones sexuales sin preservativos Protegerse significa evitar que sangre, líquido preseminal, semen o fluido vaginal ingresen a tu cuerpo. Protegerse también significa no dejar que tu líquido preseminal, semen, sangre o fluido vaginal, ingresen en el cuerpo de otra persona. No dones sangre si pudiste haber estado en contacto con el HIV. Si consumís drogas, no compartas jeringas ni agujas.




jueves, 29 de noviembre de 2007

Los miedos de tu nuevo candidato


Al principio de un romance los hombres están felices, pero debajo de esa apariencia tan cool y relajada esconden ciertos temores... por eso -aunque nosotras a veces no lo notemos- se ponen en alerta y super analíticos de lo que están viendo. Estas son algunas pautas del conflicto. Si les interesa alguna en particular, podemos abundar un poquito más.


1. Tus ganas de casarte...

2. La performance entre las sábanas...

3. Tu cuenta bancaria...

4. Si te vas a volver loca...
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[La imagen fue tomada de la web y protegida anti hotlink con Imgred.com]

jueves, 22 de noviembre de 2007

Hablemos de sexo.Primera pregunta: ¿Cuanto es un "buen" promedio para un hombre?


Anónimo/a, preguntó:

¿Cuanto es un "buen" promedio para un hombre?
( sin ayuda de la genial pastillita azul, obvio)

Dice la Licenciada:

"puesto en los términos en que fue formulada la pregunta, un buen promedio para un hombre es aquel que logre satisfacerlo. En síntesis, tener un orgasmo o dos o cuántos sean necesarios hasta lograr el completo sosiego y cumplimiento del deseo..."

Luego, agrega:

"pero el hecho de haber sido formulada de aquella forma, la interrogante nos remite a otro tema que es, quizá, el que realmente quiso develarse mediante la pregunta: ¿qué nivel de calidad debe tener la performance masculina para asegurar la satisfacción femenina? Esto no tiene ya que ver con la cantidad de orgasmos del hombre o de la mujer, sino que hablamos de un tema cualitativo al momento del acto sexual. Aquí entran a considerarse posiciones (literalmente) como las del "Reve" y su teoría "Los jugadores calesiteros"(*) , excelentemente explicada aquí".
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(*) "Los jugadores calesiteros" by "El Reve"

"(...) eso sí, si se juega todos los dias y con floreo, taquitos lujos y calesita."
"Un jugador calesitero es aquel que no va directo al arco contrario, sino que se entretiene en el camino, da unas cuantas vueltitas al pedo por el simple gusto de jugar con la pelotita. En la cama no esta nada mal pero en la cancha es para cagarlos a patadas."
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[La fotografía que ilustra la entrada fue tomada y retocada por la Licenciada]

El video de Gigi: La musa

lunes, 19 de noviembre de 2007

Un cuentito de blog femenino

SU VIDA EN MIS MANOS
(LA CUCARACHA)

Terminaba de acomodar la cortina de la ducha cuando la vi. La imagen me produjo una súbita oleada de repugnancia y, todo hay que decirlo, un poco de temor. No es que yo sea una persona impresionable o delicada, en absoluto. Ninguna mujer que haya soportado cuatro partos naturales, cambiado pañales, curado heridas y limpiado narices a cuatro hijos varones puede serlo. Pero no pude evitarlo, al verla me invadió un asco terrible acompañado de un ligero sobresalto. También, era lógico ¿Qué mujer no siente repulsión al toparse con una cucaracha que pasea frescamente por su baño inmaculado? Además, contribuía a mi repugnancia el horroroso contraste de la figura oscura, sinónimo de suciedad, contra los relucientes azulejos de un baño que acababa de limpiar a conciencia. Si no la pisé inmediatamente fue, en primer término, por las sensaciones que acabo de describir, aunque luego, al mirarla mejor, sumé otras razones. Yo no conozco mucho de cucarachas, de más está decirlo, pero esta en particular me pareció más grande y, si se quiere, más expresiva que las demás. No era que la cucaracha fuera dueña de un rostro ameno, claro está, sino que su forma de andar, lentamente, describiendo círculos y deteniéndose cada tanto para alzar levemente sus diminutas antenas, se me hizo muy particular. No parecía estar dando un paseo, estaba demasiado concentrada. Por un instante, creí que al detener su cuidada caminata y alzar las antenas se burlaba de mí, pero luego decidí que no, que me trataba respetuosamente o, más bien, me ignoraba. Tuve conciencia de que al principio se fijó en mi persona, pero fue sólo una mirada fugaz, al pasar, para dejar de prestarme atención inmediatamente y seguir con lo suyo. Me senté sobre la tapa del inodoro, que en ese momento despedía aroma a jazmín, y mientras buscaba algo con que matarla (calzaba pantuflas sin suela y no tenía la menor intención de pisarla con ellas), me dediqué a estudiarla. A no ser que se sea naturalista profesional o al menos aficionada a los insectos, uno siempre ve a las cucarachas desde arriba, es decir que sólo conoce su lomo y esa especie de casquito que les cubre la cabeza, de modo que no tiene la menor idea de donde están sus ojos y ni siquiera de cómo está compuesto su rostro. Las personas comunes sabemos poco y nada sobre las cucarachas, limitando nuestros conocimientos a la archiconocida teoría de que serían los únicos seres capaces de sobrevivir a un holocausto nuclear. Patético y dudoso conocimiento este. Sinceramente, yo ni siquiera sabía si el bichito contaba con ojos, si veía por medio de sus antenas o percibía las cosas de alguna otra forma misteriosa. De cualquier manera, no necesité verle la cara para darme cuenta de que esa cucaracha estaba buscando algo. Y lo buscaba frenética y concienzudamente. A simple vista se veía que el insecto tenía muy bien delimitado el ámbito de su búsqueda: ni más ni menos que el baño de mi casa, precisamente en el sector de alrededor de un metro cuadrado que se extendía desde el lavatorio hasta el bidet. Me pregunté qué estaría buscando. No podía ser alimento en mi baño pulcro y desinfectado. En ese caso estaría en la cocina o mejor, en el cuarto de alguno de mis hijos, los que pese a mis esfuerzos sobrehumanos, muchas veces parecían el escenario póstumo de una batalla medieval.
Así reflexionaba, cuando mis ojos toparon con el rollo de papel higiénico. Se me ocurrió que era el arma perfecta, el objeto ideal para sustituir mis zapatos faltantes, lo suficientemente duro y fácilmente desechable una vez consumada la muerte. Lo saqué prolijamente de su sitio junto al inodoro y me preparé para asestar el golpe letal. Era el momento justo para atacar, ya que la cucaracha estaba haciendo una de sus paradas, encontrándose desprevenida, las antenas altas escudriñando su limitado horizonte con guarda de barquitos, absolutamente vulnerable. Levanté mi improvisada masa y me dispuse a aplastar a la cucaracha que seguía estática, completamente ajena a su sentencia de muerte. Súbitamente me embargó una sensación de poder. Tomé conciencia de que la existencia de un ser vivo dependía únicamente del movimiento de mi brazo. Si yo decidía descargar el golpe, sería el final indefectible de una vida, pero, si caprichosamente optaba por dejar las cosas como estaban, el ser seguiría existiendo normalmente. Dependía de mi voluntad. En ese momento, en mi baño y para esa cucaracha, yo era dios. Su destino estaba en mis manos. Era una sensación de omnipotencia que no había sentido ni siquiera al amamantar a mis hijos, cuando sabía que yo era todo para ellos, su alimento, su techo, su calor y su único pensamiento. Entonces se me ocurrió. ¿Y si la cucaracha buscaba a su prole? Como ya dije, se trataba de un ejemplar grande y además, yo tenía la certeza de que era hembra. No se bien como, pero de eso estaba segura. Posiblemente me indujo un poco el sustantivo y su correspondiente artículo, uno habla de “la” cucaracha, no de “el” cucaracha, pero eso no era todo. El comportamiento del bichito, cómo daba vueltas en círculos, su meticulosidad y su capacidad para ignorarme, también me decían que debía tratarse de una mujer. Un hombre hubiera sido más práctico, realizando su búsqueda rápidamente y huyendo al verme, sin tantas vueltas ni dilaciones. Definitivamente se trataba de una mujer. En ese instante me di cuenta de que yo no era tan omnipotente como creía al principio. De haberlo sido, tendría que haber estado interiorizada de los detalles, de los pormenores de la vida de mi súbdita, la cucaracha. Debería haber sabido su edad y la de sus hijos, si es que efectivamente era madre y, por supuesto, el motivo real de su búsqueda. Ahora me encontraba con que tenía en mi poder la facultad de acabar con la existencia de un extraño, quizá mataría o dejaría vivir a una anciana que no buscaba nada porque estaba senil, aunque tal vez destruiría a la madre dedicada de cientos de chicos que en ese preciso instante estaban sufriendo por la ausencia de su progenitora. Todavía mantenía el brazo en alto, el rollo de papel higiénico amenazante, resignado ya a ser verdugo; y la cucaracha permanecía aún cándidamente inmóvil, indagando la brisa condimentada con jazmín artificial. Titubeé. Yo era una madre y no me hubiera gustado que me asesinaran antojadizamente cuando mis hijos todavía dependían totalmente de mí. A decir verdad, tampoco me agradaría que me eliminaran volublemente ahora mismo, cuando no estoy segura ni de si yo misma dependo de mí. Si para la cucaracha yo era dios, entonces me tenía que comportar como tal y decidir justamente. ¿Sería justo que dejara huérfanos a cientos de chiquillos únicamente por que su madre me resultaba fea? ¿Quién era yo para terminar con la existencia de un ser que no me hacía ningún daño, que intentaba cumplir su deber de madre? Sentí lástima por la pobre criatura, seguramente estaba desesperada, muerta de miedo por lo que podía pasarle a sus niños. Quizá en ese mismo instante, tiesa sobre la baldosa, la cucaracha se estaba recriminando haberlos dejado solos, sin su abrigo y protección maternos. Estaba sola, posiblemente era madre soltera, abnegada criatura que debía encargarse sin ayuda de cientos de niños hambrientos. Tal vez esas antenitas apuntando al techo intentaban desesperadas percibir el llanto angustiado de sus miles de crías. Era todo un dilema. Ella pasando por un drama tan intenso y yo ahí, gigantesca, sentada sobre un trono conectado con las cloacas, mirándola desde los cielos. Yo, un dios, ella, un pequeño punto oscuro que se destacaba sobre mi azulejo divinamente cristalino. Ambas madres; yo, humana, reina de la creación, erguida y orgullosa; ella, un humilde insecto, destinado a pulular al ras del suelo, existiendo entre mis desperdicios. Estábamos solas, ella y yo. Y su vida, todo lo que ella era y podría ser, su presente y su futuro, estaba en mis manos, dependía de mi piedad o crueldad, de mis deseos y sólo de ellos.
Bajé mi brazo violentamente y pude oír como su cuerpo crujía al despedazarse, un sonido pegajoso, húmedo, muy desagradable. Luego, arrojé papel higiénico y cadáver al inodoro y tiré la cadena. Después de todo… ¿que derecho tenía ese bicho inmundo, capaz de sobrevivir a la radiación nuclear, de buscar a su asquerosa cría en el baño impecable y pulcro que usaban mis propios hijos?

viernes, 16 de noviembre de 2007

Mendolandia VII



Entren a este blog, por que creanlo o no esta "señorita" tiene más éxito en esto del Blog que nosotras. Tal vez a la edad de ella tendremos más tiempo para dedicarle a estas cosas, pero para llegar a esa edad así hay que mantener la cabeza abierta........

http://amis95.blogspot.com/

jueves, 15 de noviembre de 2007

domingo, 11 de noviembre de 2007

Hablemos de sexo


Bueno, esto no va a ser fácil. Es un blog muy visitado, lo leen "hermanos", "esposos",
"novios"... así que hagamos lo posible.
Sugiero que hagan preguntas vía comentarios y trataremos de debatirlas por aqui. Si no les dá para poner sus nombres, bien viene la posibilidad del "anónimo".
¡Vamos! a ver quien se anima a romper el hielo!
Saludos, quedo esperando.
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[La imagen que ilustra la entrada fue tomada de AQUI y protegida antihotlink con Imgred]

martes, 6 de noviembre de 2007